Sin embargo, a pesar de que no existe un lugar sin sonido alguno, los sonidos pueden estar presentes y al mismo tiempo no ser escuchados. El sonido que produce nuestro organismo, por ejemplo, puede ser eliminado una vez que se ha incorporado como un sonido basal. Estímulos perceptivos, ordenados y organizados de cualquier tipo pueden fácilmente convertirse en este trasfondo. El factor interés o la necesidad de obtener información de estímulos perceptivos están relacionados con su irregularidad, y de cuanto se alejen del medio ambiente. Uno puede, por ejemplo dormir con el ruido de la calle, del viento, de su propia respiración, etc., y a ninguno de los cuales le presta atención ni los escucha. Pero unos pasos al otro lado de la puerta, o el llanto de un lactante – fuera de lo común – capta inmediatamente nuestra atención.

En una etapa muy temprana de la meditación, logramos que el silencio del medio ambiente tenga mucho menos importancia, pues el que nos interesa lograr es el silencio de nuestra mente. El silencio externo no nos brinda automáticamente un silencio interno. Sin embargo, es muy común que, hasta que dejemos de identificarnos con las distracciones que vienen del medio externo, no estaremos dispuestos a luchar con las distracciones que se producen en nuestro interior. Es así como iremos descubriendo las incesantes escenas internas que cambian, los diálogos, el chicharreo mental, el ruido, etc. Es difícil describir esta actividad con un término en particular, pero términos tales como imaginación mental y diálogo interno nos pueden servir siempre que se usen con la precaución de su real significado. Como imaginación mental primero la entenderemos como una actividad que carece de contenidos verbales y que aparecen en forma de sentidos, por ej. visuales, auditivos, olfatorios, gustatorios, táctiles, imágenes kinestésicas, sensaciones, impresiones, recuerdos, etc. Como diálogo interno se sugiere la constante actividad verbal de nuestra consciencia, ej. el hablarnos internamente a nosotros mismos, el repetir una y otra vez las conversaciones que ya se produjeron o anticipar las que tendremos en el futuro, el darnos instrucciones, consejos, sugerencias, etc.