Quien rechaza ese color considera el bienestar físico y sensual como una debilidad. Quien lo ama demasiado tiene necesidad de la caparazón del hogar para abrirse realmente, necesidad también de confort, tanto moral como físico.
Gris: No es considerado como un color ni produce ningún tipo de estímulo o tendencia a nivel psicológico. Tampoco ocupa un lugar en el campo del simbolismo de los colores. Es como una tierra de nadie entre dos fronteras. Si lo mencionamos es porque aparece en algunos tests como síntoma de ciertas características poco deseables.
Cuando es preferido en primer lugar, indica un posible autismo, una actitud de no estoy ni ahí, La persona elige el papel de espectador, dejando que la vida pase al lado suyo, participando sólo por control remoto y resuelto a no dejarse involucrar en lo que sea.
Cuando es rechazado, ocurre todo lo contrario, la persona se siente con el derecho a tomar parte en todo lo que ocurra alrededor de ella, aunque los otros la consideren hiper inquisitiva o intrusa. Pretende agotar al máximo cualquier posibilidad que se le presente y no se quedará en paz hasta conseguirlo.
Negro: Es la negación del color mismo, representando la frontera absoluta detrás de la cual cesa
la vida, por lo que expresa la idea de la extinción final: la muerte. Es la antítesis del blanco, el otro color de la dualidad natural. Blanco y negro, bien y mal, día y noche, vida y muerte, yin y yang. Evidentemente se ha atribuido a este color toda la maldad de la que es capaz la humanidad. Se habla de magias blanca y negra producidas por fuerzas benéficas o maléficas, Es un símbolo evidente de ese dualismo profundo que está en la naturaleza de cada uno de nosotros: el Dr, Jekyll y Mr. Hyde. En la psicología profunda se considera el color del completo Inconsciente, del hundimiento en lo oscuro, las tinieblas, la sombra. En los sueños es un factor negativo: el hombre negro, la casa sombría, la serpiente oscura. A las divinidades del mundo subterráneo se le ofrecían en sacrificio animales negros. Aun en épocas modernas se ofrecen al diablo o a los demonios gallos o machos cabríos negros, sacrificados en misas negras.