Para explorar exhaustivamente este continuo – que abarca de la lucidez hasta el testigo – Gackenbach, Robert Cranson y Charles Alexander se ocuparon de registrar las respectivas experiencias oníricas de cinco grupos de practicantes de meditación trascendental y cuatro grupos de control. Su objetivo era el de tratar de determinar las características distintivas del sueño lúcido y del hecho de ser testigo durante el sueño y durante el sueño sin ensueños. Sus conclusiones fueron las siguientes:

Un sueño lúcido es aquél en el que podemos pensar activamente en el hecho de que estamos soñando.

Un sueño del que somos testigos es aquél en el que experimentamos un estado de consciencia interior tranquilo y relajado que se halla completamente desvinculado del contenido y del desarrollo de la experiencia onírica.

El estado de ser testigo de un sueño sin ensueños se caracteriza por el hecho de experimentar un estado de consciencia, o de alerta, relajado y sereno.

Veamos ahora algunos ejemplos relativos a cada uno de los tres casos proporcionados por practicantes de MT.

Sueño lúcido: Durante un sueño, me di cuenta súbitamente de que podía mantenerme separado del sueño. Entonces comencé a manipular el argumento y los personajes para crear el tipo de situación que deseaba.

Consciencia-testigo en el sueño con sueños: En ocasiones, independientemente de los contenidos de mi sueño, mi consciencia se halla tan sosegada que termina distanciándose progresivamente de ellos. A veces, sin embargo, sigo incluso atrapado en ellos pero la sensación de paz interior permanece.

Consciencia-testigo en el sueño profundo: Es una sensación pura de gozo y de expansión infinita. En ese momento, soy consciente de que existo pero también de que carezco de una individualidad separada. Luego, gradualmente, voy tomando consciencia de mi personalidad pero ignoro todo lo relativo a quién, qué, dónde, cuándo, etcétera. Poco a poco, todos estos detalles comienzan a perfilarse con claridad y finalmente termino despertando.