Los investigadores descubrieron que este tipo de fenómenos se presentaban con mayor frecuencia entre los meditadores que entre quienes formaban parte de los grupos de control (que no estaban comprometidos en ningún tipo de práctica meditativa). No obstante, ambos grupos aportaron más testimonios relativos a sueños lúcidos que al estado de consciencia-testigo (tanto en el sueño como en el sueño profundo). Este descubrimiento apoya la hipótesis de que el sueño lúcido resulta de más fácil acceso independientemente del entrenamiento o de las habilidades personales y, por consiguiente, puede ser considerado como un trampolín para acceder a otras experiencias.
Para poder someter a examen los tres estados de conciencia onírica, Gackenbach, Cranson y Alexander estudiaron a un grupo de meditadores avanzados. Hay que decir, en primer lugar, que la sensación de separación era mucho más frecuente en los sueños en los que se manifestaba la consciencia-testigo que en los sueños lúcidos, como si el hecho de ser testigo impusiera una distancia con respecto al sueño o, como dijo un meditador: El sueño y yo somos dos realidades diferentes.
Otra diferencia importante tenía que ver con las emociones positivas. Aunque los sueños lúcidos presentaban aspectos muy positivos, lo cierto es que aquellos otros en los que el sujeto era testigo del sueño eran todavía más positivos. El sentimiento que acompaña a estos dos últimos estados nos recuerda la noción de beatitud – un término, por otra parte, muy utilizado por los sujetos que habían experimentado la consciencia-testigo y que, por el contrario, jamás fue utilizado por quienes habían experimentado sueños lúcidos – de la que nos hablan las religiones orientales. Por otra parte, el posible control sobre los sueños es mucho más frecuente en los sueños lúcidos que en aquellos otros en los que se manifestaba la consciencia-testigo. Es como si, durante la lucidez, la voluntad – la capacidad volitiva de nuestro ego individual – pareciera controlar los pensamientos y los deseos mientras que, en el estado de la consciencia-testigo, por el contrario, nos sintiéramos completamente plenos y no tuviéramos el menor deseo de involucrarnos en el sueño.