El joven siguió las instrucciones y disparó la flecha al aire, luego corrió con una picota y excavó donde la flecha se había clavado. Cavó y cavó por todo alrededor sin encontrar nada salvo su propio agotamiento. Todo los días hizo lo mismo, lanzaba flechas hacia todos los sitios desde el lugar establecido, pero nunca encontró el menor rastro del tesoro.

Finalmente, después que la situación se alargara, un rumor empezó a circular por la ciudad, que no tardó en llegar a los oídos del rey: un joven había encontrado el rollo del tesoro. Este que no era tonto del todo, entendió que no podía seguir lanzando flechas y cavando, y por miedo a ser castigado, le llevó el rollo al rey y le contó toda la historia.

Desde que encontré el rollo no he descubierto tesoro alguno, sólo he tenido problemas infinitos. Ya llevo más de un mes de angustias y esfuerzos sin resultado. Quizá vuestra fortuna descubra esta maravillosa mina de riqueza, oh gran monarca y guerrero!

Así que el rey fue también al sepulcro y disparó flecha tras flecha al aire, repitiendo durante seis meses lo que el joven había hecho. Cavó hoyos por todo el desierto en busca del tesoro en todas las direcciones posibles. El resultado fue nada, excepto frustración, pena y futilidad.

Al fin el rey enfermó de agotamiento y le devolvió al joven el rollo, diciendo que era un objeto inútil, concediéndole para siempre todos los derechos del tesoro, añadiendo que ya no quería saber nada más del asunto.

El joven juró que había aprendido del rollo que nada venía a alguien a menos que se esforzara. Dicho esto se volvió a su casa para olvidarse también de todo, pero le rogó a Dios que le concediera algo de entendimiento para que pudiese comprender lo sucedido. También se acordó de lo que el rey le había dicho:

El amor imprudente no tiene miedo de explotar,
mientras la razón busca el beneficio.
Mientras el amor sufre,
ella permanece constante, sólida y fuerte,.
Mientras arriesgas todo,
ella descansa más allá del egoísmo, sin buscar nada,
apostando cada glorioso obsequio que la vida le regala.
Sin razones, la vida da vida.
Sin razones la restituye.