Una noche, la inspiración volvió de nuevo inesperadamente. El rollo le había enseñado a tomar el arco y la flecha, pero nada estaba escrito sobre la fuerza que había de usar o la distancia que debía alcanzar. Decía que dispusiera la flecha en el arco y que dispara simplemente. Había sido él, el joven, a través de la culpa de su ego y el orgullo de su fuerza, el que había decidió lanzar la flecha lo más lejos posible.
Corrió rápidamente al sepulcro y disparó suavemente. La flecha cayó unos pocos metros más adelante, y allí, por supuesto, estaba el tesoro.
Lo real está más cerca de ti que tu cabeza,
más si lanzas la flecha de tus pensamientos lejos,
cuanto más allá llegue
a más distancia estará el tesoro.
El filósofo se inmola con el pensamiento,
déjalo que hable a su aire,
pues está de espaldas al tesoro.
Cuanto más tenses el arco,
la suerte te negará el hallazgo.