Llama a la Muerte (Arcano XIII), que significa el cambio. Llega a ser su propia muerte. Se corta un pie. Es decir, se libera de sus orígenes. Anula su vida pasada. Está presto a renacer.

La luces pueden por fin ser reversadas (Arcano XIV, la Temperancia). Ahora puede comunicarse libremente con las esferas superiores, pasar a voluntad de un mundo a otro, Tiene entre sus manos los dos poderes y los mezcla. Lleva una existencia celeste paralelamente a su vida terrestre. Ha franqueado los límites del tiempo y del espacio.

Con el Arcano XV (el Diablo), aprende las maneras de utilizar energías que no son destinadas a los hombres. Obtiene el control de las fuerzas de la naturaleza y la inmunidad total contra sus estragos. He aquí que ha llegado a ser capaz no sólo de transformarse a sí mismo, sino además de actuar sobre los otros. (La Casa de Dios, Arcano XVI). Está presto a tomar a su cargo la conducción de sus contemporáneos. Arrasa con los templos, con las instituciones anacrónicas, que han llegado a ser incapaces de cumplir sus funciones. Destruye los vestigios asfixiantes de culturas muertas, a fin de construir nuevas. Tiene casi cumplida su misión. Contempla los vasos que contienen los dos poderes y se dice que ya no los necesitará. El se despoja y sin lamentarlo ofrece al mundo todo lo que jamás había poseído, conocido o sido. Vacía el agua de los vasos en un río, bien poca agua en verdad, pero ya que ella tiene su lugar, por mínimo que sea, en el orden de las cosas, es tan importante como el resto del universo (Arcano XVII, la Estrella).

Y ofreciéndose al mundo, él se ha identificado con el mundo. Llega a ser la Luna (Arcano XVIII) y el Sol (Arcano XIX),, es decir, indiferentemente los más altos poderes masculinos o femeninos, la matriz de los seres, los poderes del alumbramiento.

No ha encontrado todavía la divinidad (el primer principio), pero sí todos sus atributos. Si el Juicio le es favorable (Arcano XX), entonces solamente será llevado a su presencia y podrá contemplar la reunión de los cuatro elementos, la imagen misma de la perfección, el Ser, la Unidad (Arcano XXI).