En la India, ningún otro tema está tan sumergido en tanta cantidad de literatura como lo está el Yoga dirigido a lo sobrenatural. En ningún libro sobre el tema se proyecta una luz penetrante sobre la energía Kundalini, ni ningún experto ha proporcionado más información que la que se manifiesta en las obras de la antigüedad. El resultado es que, salvo algunos maestros casi inaccesibles , tan escasos como los alquimistas de antaño, no hay nadie en toda la India, la cuna de esta ciencia, a quien uno pueda dirigirse para lograr un conocimiento autorizado del tema.
El sistema de complicados ejercicios mentales y físicos relacionados directamente con la energía Kundalini se conoce técnicamente como Hatha Yoga, apartado de otras formas de Yoga conocidas en la India desde tiempos remotos. Hatha en sánscrito es una palabra compuesta de dos sílabas Ha – tha , las que significan sol y luna respectivamente. Indica, por lo tanto, que este Yoga es el resultado de la confluencia de estos dos cuerpos celestes. Como explicación simple, las denominaciones de sol y luna que se utilizan aquí designan las dos corrientes nerviosas que corren a lo largo de la médula espinal a su izquierda y derecha. Ellas son llamadas Nadis, o nervios. El de la izquierda recibe el nombre de Ida y se dice que es frío y que se parece al brillo pálido de la luna; el segundo se llama Pingala, es caliente y se compara con el resplandor del sol. El sistema está basado en la suposición de que todo organismo viviente recibe su existencia gracias a la mediación de una sustancia inmaterial extremadamente sutil, la que se extiende por todo el universo, y que se denomina prana. Ella es la causa de todo fenómeno orgánico al que controla por medio del sistema nervioso, manifestándose como energía vital.
Esta energía adopta varios aspectos para desempeñar distintas funciones en el cuerpo y circula por el organismo en esas dos corrientes descritas: una que se percibe como caliente y otra como fría, lo que es claramente detectable para los yoguis como sensaciones caloríficas o refrescantes. Ellas existen a un lado y otro del sistema, en cada tejido y en cada célula, fluyendo ambas a través de los nervios superiores. Las pequeñas ramificaciones de las dos corrientes durante su paso por el organismos nunca se sienten en el estado normal de consciencia de vigilia, puesto que los nervios están acostumbrados a su flujo desde el comienzo de la vida.