En el lenguaje del Yoga, Prana es vida, y vida es Prana. Vida y vitalidad no significan el alma y la chispa divina en el hombre. Prana es simplemente la energía vital a través de la cual la Divinidad trae a la existencia los reinos de vida orgánica y actúa construyendo sus estructuras, junto con crear el universo.
Es esencialmente una parte de la realidad, tomando diversas formas y apariencias, entrando en incontables tipos de formaciones para crear las más complicadas estructuras orgánicas de la misma manera que la energía física la otra parte de la Shakti empieza con electrones, protones y átomos para construir el enorme edificio del universo físico.

Después de crear los átomos, la energía física se transforma en incontables tipos de moléculas, produciendo la apariencia del mundo físico, increíblemente diversificada. Prana, empezando por los protoplasmas y organismos unicelulares, trae a la existencia el maravilloso reino de la naturaleza, sumamente rico en forma y color, creando clases, géneros, especies, subespecies y grupos. Ella utiliza los materiales provistos por el mundo físico y por el medio ambiente, actuando inteligente y decididamente con pleno conocimiento de las leyes y propiedades de la materia y de las multitudinarias creaciones orgánicas factibles de traer al mundo.

Prana existe como un enorme universo más vasto y más maravilloso que el percibido por nuestros sentidos, con sus propias esferas y planos, su propia luz y sombra, leyes y propiedades, que coexisten con el universo que vemos, entretejida en nuestros pensamientos y acciones, penetrando los átomos y moléculas de la materia, emitiendo luz, moviéndose con el viento y las mareas, maravillosamente ágil y sutil, siendo la textura de nuestras fantasías y sueños, el principio vital de la creación, mezclado inextricablemente con la esencia de nuestro propio ser.

No nos damos cuenta de esa misteriosa sustancia que anima a nuestras células, causando reacciones físicas y químicas, regulando nuestra máquina corporal, desarrollándonos en el útero materno, protegiéndonos de la enfermedad, sosteniéndonos en el peligro, curándonos cuando nos lastimamos, cuidándonos mientras dormimos o estando inconscientes, creando deseos y tendencias que nos mueven y nos agitan como el viento lo hace con la caña. Después de realizar todo esto, hasta el extremo de inducir nuestros pensamientos, lo más maravilloso es que, a causa de su extraordinaria e incomprensible naturaleza, se mantiene siempre oculta a la consciencia superficial, a la que sostiene como el aceite sostiene el pabilo de una llama. Permite que nuestra consciencia ordinaria piense y actúe como si fuera el amo de la casa, totalmente ignorante de la increíble actividad del verdadero amo, Prana Shakti – el aspecto vital de la energía cósmica.