Regocíjate si la presencia de la bienamada te ilumina. Si la noche viene a envolverte en tristeza, ¡consúmete, oh antorcha, pero brilla!
Con la ilusión de un beso, compra la dicha. Salvará tu cuerpo y tu alma de las astucias del enemigo.
Largas horas y aún días me harían falta, ¡oh, mi amada!, para decir la tristeza que ensombrece mi rostro a causa del dolor con que me abrumas.
El canto del amor ha hecho conocer en Irak e Hijaz la dulce melodía de los gazales de Hafiz.
La Ilusión
Al alba, después de una noche de holgorio, cogí el laúd, la copa y la botella. Le dije adiós a la cordura y la llevé al camino que conduce al país encantado de la embriaguez.
El vendedor del jugo de la viña me miró con ojos acariciadores, y esa mirada me liberó de las mentiras del tiempo.
Dije a esas mentiras: “Disponed vuestras redes delante de otro pájaro. ¡El águila hace nido sólo sobre las cimas!”
El camarada, el músico, el copero, no son sino fantasmas: algo de arcilla y de agua. Pues todo es ilusión.
Tráeme una copa de vino para que pueda dirigirme con seguridad fuera de este mar sin riberas.
La vida, Hafiz, es un enigma. Y el esfuerzo por resolverlo no es sino engaño y vanidad.
Ref: Los Gazales de Hafiz, Editorial Guillermo Kraft.