Cuando mi alma fue consagrada a tus labios creí que un sorbo de agua pura refrescaba mi boca.

Puesto que los reyes son indignos de besar el polvo de tu puerta, ¿qué esperanza puedo tener de que contestes mi saludo?

Sin embargo, ¡oh, Hafiz!, no dejes esa puerta con despecho; prueba fortuna. Acaso caiga el dado de la suerte en tu nombre.

Pueda la noche en que la luna de la esperanza se levante en el horizonte, pueda su reflejo argentino inundar tu terraza.

Cuando Hafiz habla del polvo de tu calle las rosas del jardín de la vida nos envuelven en su aroma

Gazales

La Sonrisa

La otra noche, un sabio vino a decirme: “Preciso es que conozcas el secreto de quien nos vende el vino”.

Agregó: “No tomes nada en serio. Pesadas cargas echa el mundo sobre quien dobla el espinazo.”

Luego me tendió una copa en que el esplendor del cielo se reflejaba con tanto brillo que Zuhra se puso a bailar.

“Sigue mi consejo, ¡oh, hijo mío!, y no te preocupen las cosas de este mundo. Recoge mis palabras, más raras que las perlas.

“Toma la vida como tomas esta copa: la sonrisa en los labios, aunque tu corazón sangre. No gimas como un laúd y oculta tus heridas.

“Hasta el día en que pases detrás del velo no comprenderás. El oído del hombre no puede oír la palabra del ángel.

“En la casa del amor no te enorgullezcas ni de tus preguntas ni de las respuestas.”

¡Oh, Sakí! Échame vino, porque las locuras de Hafiz han sido comprendidas por el Señor de la alegría, por Aquel que perdona, por Aquel que borra….

¿Quién Soy?

¿Quién soy para que no me desdeñes? Derramas en mí tus favores; en mí, cuya frente no quiere otra corona que el polvo de tu umbral.

Dime, tú, que conquistas los corazones: ¿quién te ha aconsejado esa generosa bondad? No puedo atribuirla a quienes velan por ti.

Ave sagrada: sé mi guía en el camino de mis ansias. ¡Largo es el viaje y es tan poco aún lo que he andado!

¡Oh, brisa matinal, llévale mi mensaje! Dile que piense en mí al rezar su plegaria de la mañana.

Muéstrame, bienamada, el sendero que lleva a tu oculto retiro para beber allí contigo y así librarme de mis penas.