La urgencia en despejar esta polución espiritual se está imponiendo entre nosotros. En lugar de ese oxígeno legítimo al cual tantos seres aspiran y buscan, jadeantes, icuantos envenenamientos, tropiezos, dominaciones, desvíos, cuántas doctrinas falseadas conscientemente o no por sus promotores! Para que lo sepan, la próxima secta (o religión) ya apareciendo en EE.UU. es el culto de los Hoyos Negros. Es una regresión hacia aquel espacio desde donde los pastores nómades extrajeron sus religiones primitivas. Pero en lugar de adorar la luz y las estrellas, se adora la oscuridad, la cual supone – o desea – la nada.
Estemos atentos a este llamado de auxilio que representa la necesidad de Nuevos Profetas. Dejemos de reclamar criterios externos. Al interior de cada uno de aquellos que buscan existe una partícula bien definida de rectitud. Es preciso desembarazarla de aquello que la sofoca, escucharla sin descanso. Ella es la guía segura hacia el oxígeno.
Es tiempo de remediar la polución, de efectuar la limpieza de las doctrinas. Por ejemplo, todo el mundo habla de Consciencia Cósmica. Conforme. Puede que sea la próxima etapa en la evolución. Pero, qué
ser humano sabe lo que ella es?. No se puede hacer más que suposiciones. En este caso como en muchos otros, se toma la meta por algo adquirido, una experiencia personal por la Revelación Suprema. De allí cuatro mil doctrinas con una proporción mínima de oxígeno y una gran cantidad de polución. Un poco menos de vanidad, un poco más de reserva en la traducción de esa experiencia al lenguaje común, evitaría tal exceso. Y más todavía, en esta época donde la teoría de la pan espermia está tan de moda, es evidente que toda vida es de esencia cósmica, y puede ser que no resulte necesario todo un aparataje místico e iniciático para sentirlo. Los pseudo místicos no estarían muy contentos… Pero aventuremos una hipótesis para gente como ustedes y yo: si uno de los nombres de esa partícula en cada uno de nosotros fuera simplemente el sentido común?
Traducido y extractado por Farid Azael de
Question de N 24
Editions Retz
París.
Há cerca de 10 anos, venho refletindo e tentando instigar meus pacientes de consultório a refletirem sobre uma modalidade de poluição que ainda não foi detectada: trata-se de uma auto poluição de natureza comportamental. É algo ensinado e aprendido; que vem do berço; prática reproduzida a torto e direito; instigada por todo mundo e em tempo integral; vigente entre todos os povos; presente em todas as religiões e escolas filosóficas. Em suma, trata-se de uma verdadeira praga psico-comportamental que estamos longe de imaginar. Qual seria essa praga, ou o pior de todos os males que até hoje afetou os humanos?
Para clarear, usarei uma analogia. Sabe-se que a degradação do ambiente se dá em razão do nosso comodismo. Apenas remo-vemos para longe o lixo que se encontra próximo ou que “nos toca”. Agora, a minha hipótese. Quando descartamos da tela mental (consciência) um conteúdo que não suportamos, essa imagem é lançada de qualquer maneira – como um entulho – no espaço, ou ambiente interior. Porém, esse espaço invisível (mui longínquo, e, por isso mesmo usado para nossos descartes) reage, degrada e repele, no devido tempo, o material nocivo que ali, habitualmente, lançamos. Decerto, as repercussões se farão sentir, tanto no corpo, quanto no psiquismo do incauto, apesar de bem intencionado. Tais danos, obviamente, irão repercutir no corpo familiar e social, da mesma forma que a poluição provocada por um indivíduo atinge indiscriminadamente a todos. Enquanto a poluição ambiental é um assunto eminentemente público, a poluição introjetada, ao contrário, é algo de cuja solução é estritamente individual. Eis um desafio para os visitantes deste espaço. Tragam suas ideias, por favor. Vamos abrir a roda. Essa poluição é nossa mas parece que ninguém desconfia.