Hay un punto de encuentro entre cada ser consciente y la Mente Universal. Es
el Yo Superior”. A partir de él cada ser recibe la imagen del mundo. El Yo
Superior se concentra en el corazón (chakra Anahata) pero se relaciona con el
cuerpo total y afecta a toda la personalidad. Las energías kármicas se ponen en
actividad dentro del corazón y de allí irrumpen a la existencia espacio-temporal.
Ramana Maharshi, dice al respecto: en los Vedas y en las Escrituras, al corazón se lo usa para señalar el lugar de donde brota la idea del “Yo” Brota dentro de nosotros en algún sitio a la derecha, en la mitad de nuestro cuerpo, (no es el corazón físico sino el chakra Anahata). El “Yo” no tiene ubicación, todo es el “Yo”. No hay nada sino Eso. De modo que debe decirse que el corazón es todo nuestro cuerpo y todo el universo concebido como un Yo es el asiento de nuestra experiencia espiritual. Para ayudar al practicante tenemos que indicar una parte definida del Universo o del Cuerpo. Así es como a ese Corazón se lo señala como el asiento del “Yo”. Pero en verdad estamos por doquier, somos todo lo que existe y no hay nada más. En el “Yo”, no hay cualidades ni buenas ni malas, El “Yo” está más allá de la cualidad. Tampoco hay dualidad. La Verdad no es ni uno ni dos. ESO es como es. El “Yo” es el testigo de los estados de la existencia correspondientes a cuando dormimos, soñamos o estamos despiertos”
Para tener una experiencia más exteriorizada y corriente, debe tenerse la cooperación del cerebro y los sentidos, de lo contrario sería sólo una experiencia onírica. El cerebro y los sentidos actúan como un amplificador de imágenes, para esto la forma de pensamiento se trasmite a un centro ubicado en la capa más exterior del cerebro y a los centros sensibles especiales de los órganos de los sentidos. El cerebro vuelve a transformar las vibraciones recibidas en imágenes más extensas, que el individuo ahora puede captar, toma plena consciencia del mundo magnificado, el que la mente proyecta “como si” este fuera exterior.