El Yo Superior actúa como transmisor de consciencia para el cerebro y mientras éste permanezca, la consciencia despierta del mundo permanecerá. El sueño y la vigilia se regulan por un centro situado por debajo de la corteza cerebral. Este centro se pone en actividad cuando se despierta, y cuando, por el receso interno de la corriente del Yo Superior el estado de vigilia no puede prolongarse, ese centro permanece pasivo durante el sueño. Esta transmisión interior se produce en forma constante, el cerebro está continuamente ampliando las impresiones originariamente kármicas, en la forma de impresiones sensoriales físicas.
La función creadora que da nacimiento a la experiencia del mundo para cada individuo procede de su Yo Superior. Cuando observamos una cosa particular, la vemos en su totalidad. La actividad de la mente liga todas las sensaciones para componer una percepción. La zona mental a la que concurren las sensaciones y donde se reúnen en una percepción completa, está fuera de la consciencia del individuo. La percepción, la imagen última y acabada es la que se ofrece a su atención.
El conocimiento de un objeto a través de las impresiones sensoriales, no es completo sin otras facultades de la mente. Por ejemplo, la memoria, la razón y sobre todo la facultad hacedora de imágenes, la que maneja las sensaciones, completa el trabajo y proporciona al objeto existencia independiente y continua. Esta actividad imaginativa de la mente, es la base de nuestra experiencia sensorial y no una sustancia material separada. Todo sucede al mismo tiempo porque el acto perceptivo, no posee una correspondencia material diferente del acto mismo.
En sus Pláticas, Ramana Maharshi expresa al respecto: En cualquier estado
que uno esté, las percepciones participan en ese estado. La explicación es ésta:
en el estado de vigilia el cuerpo denso percibe nombres y formas densas, en
el estado onírico el cuerpo mental, percibe las creaciones mentales en sus
múltiples formas y nombres, en el estado de sueño sin sueños, al perderse la
identificación con el cuerpo, no hay percepciones. De modo parecido en el
estado trascendental, la identidad con el Absoluto pone al hombre en armonía
con todas las cosas y nada hay aparte de su Yo.”