Fueron sobre todo los químicos e historiadores de la ciencia del siglo XIX quienes, bajo el poderoso influjo del positivismo de su tiempo, juzgaron la alquimia sobre la base de su valor objetivo, sin tener en cuenta para nada la notable cohesión psicológica de la cultura alquimista. La alquimia posee un carácter psicológicamente concreto y su experiencia es de carácter doble: objetiva y subjetiva a la vez. Estudiar la alquimia bajo uno de estos aspectos exclusivamente, sólo puede llevar a conclusiones falsas. Jung señala que la persistencia de la alquimia a través de tantos siglos con un simbolismo tan poderoso, complejo y duradero, no podría haber existido si no recubriera una realidad indiscutible. Con su escala de símbolos, la alquimia es un método para un orden de meditaciones íntimas.
De sumo interés para la interpretación psicológica de la alquimia son las opiniones de los estudiosos de las tradiciones ocultistas, ya que todos convienen en que ha sido a través de los siglos el vehículo ideal de las doctrinas esotéricas tradicionales. Las interpretaciones de los alquimistas no sólo valen con respecto a las transmutaciones materiales que se operan en el laboratorio, sino también en lo que toca a la transmutación íntima que debe cumplirse en el laboratorio de la propia naturaleza humana, en el crisol del alma. Los metales bajos son los deseos y las pasiones corporales. Extraer la quintaesencia de esos materiales inferiores equivale a liberar la energía creadora de lo lazos del mundo sensible. Merced a esa energía creadora, liberada la plata del alma puede convertirse en el oro del espíritu o, en otros términos, con la ayuda de la potencia extraída del centro de la tierra, la luna, es decir, el alma, puede devenir el sol que es el espíritu.
La mayoría de los autores en ese campo se halla de acuerdo en distinguir dos tipos o concepciones de las alquimia: la alquimia-ciencia y la alquimia-mística, aunque difieren en la importancia y el papel que les asignan. Para algunos, la alquimia no es sino una escuela de perfeccionamiento moral individual o colectivo. Recordando el célebre principio nuestros metales no son los metales comunes, sino que son vivientes se afirma que el auténtico campo alquimista es el hombre y la sociedad, y que el hecho de que los sopladores apelativo con el que se ridiculizaba a los alquimistas no alcanzaran jamás su finalidad, se debe al haberse equivocado acerca de la simbólica tradicional, pues la interpretaron literalmente, ya que su apego a lo material les impedía penetrar en su verdadero y elevado sentido. El considerar la alquimia sin tener en cuenta la filosofía hermética que la fundamenta puede llevar a absurdas conclusiones. La alquimia-ciencia y la alquimia-mística no son más que dos fase del Arte Total, del Gran Arte que es la alquimia. Ambas fases son solidarias y no pueden disociarse: la científica asume un carácter místico y la mística, un carácter científico. Todo ello de acuerdo con los principios básicos del hermetismo, la doctrina de la unidad del universo y de las correspondencias esenciales entre sus partes.
EXCELENTE ARTICULO!!! MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIRLO Fernanda
COMPRENDEMOS POCO DE LO DICHO EN ESTE TEMA TAN COMPLEJO QUE SOLAMENTE MEQUEDA DECIR QUE ES UN TEMA EXELENT