La meditación, como fusión de la mente disciplinada con el espíritu creativo, está arraigada en una fe apremiante. Un argumento convincente podría estar fundamentado en el hecho de que la fe del científico en la capacidad de su propia mente para conocer la verdad es en sí misma una experiencia mística. Platón vio tempranamente que este era un problema básico de la ciencia. Las ideas de Tillich, teólogo, y Einstein, científico, podrían ser intercambiables en este punto.
Einstein decía: “La ciencia sólo puede ser creada por quienes estén completamente imbuidos de una aspiración hacia la verdad y la comprensión. Sin embargo, la fuente de estos sentimientos surge de la esfera de la religión. A esta pertenece también la fe en la posibilidad de que las reglas válidas para el mundo de la existencia sean racionales, esto es, comprensibles por la razón. No puedo concebir un científico genuino sin una fe profunda. la situación podría expresarse mediante la siguiente imagen: la ciencia sin la religión está coja, la religión sin la ciencia está ciega”.
Participando del mismo espíritu, Tillich decía: No hay conflicto entre la fe en su verdadera naturaleza y la razón en su verdadera naturaleza. Esto implica la afirmación de que no hay conflicto esencial entre la fe y la función cognitiva de la razón. Por tanto, sería un método muy pobre de defender la verdad de la fe contra la verdad de la ciencia el que los teólogos señalaran el carácter preliminar de toda afirmación científica para conseguir una plataforma de interpretación desde la verdad de la fe”.
De esta manera, el proceso cognitivo y la fe que implica la utilización de este proceso aparecen como las expresiones válidas de una actitud mística tan básica para la vida que las respuestas son encontradas en la vida más que en la ciencia o en la religión.
Queda bien claro que para descubrir en la vida la fecunda recompensa de la meditación, deberá ser utilizado el disciplinado planteamiento de la mente científica, aunque las investigaciones vayan más allá de los campos familiares y de los caminos claramente trazados.