Juntos permaneceréis por siempre, hasta que las blancas alas de la muerte dispersen vuestros días.  Pero permitid que haya espacios en vuestra unión, para que el viento de los cielos dance entre vosotros.

Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena; sea más bien un mar meciéndose entre las riberas de vuestras almas.

Daos el corazón el uno al otro, pero no para un uso personal, pues sólo la mano de la vida puede sostener dos corazones unidos.

Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos, porque aun los pilares del templo guardan su distancia, y ni el roble ni el ciprés pueden desarrollarse el uno a la sombra del otro.

 

                                    Jalil Gibrán