Una de sus fuentes inspiradoras parece haber sido el monje del s. VI Doroteo de Gaza, quien hace hincapié en sus escritos, en la humildad, la comunión, la mansedumbre, y en el combate al orgullo monástico y la competición ascética entre sus monjes. De sus escritos: Imagina que el mundo es un círculo, que el centro es Dios, y que los radios son las diferentes maneras de vivir de los hombres. Cuando marchan hacia el centro del círculo, se aproximan unos a otros al mismo tiempo que a Dios. Cuanto más se aproximan a Dios, más se acercan los unos a los otros. Y cuando más se acercan a los demás, más se aproximan a Dios.
El hermano Françoise, de la misma comunidad, lo describe así: El hermano Roger era un inocente. No porque no hubiera faltas en él. El inocente es alguien para quien las cosas son más evidentes e inmediatas que para los demás. Para el inocente la verdad es evidente. No depende de razonamientos. El hermano Roger la veía, por así decirlo, y le costaba darse cuenta de que otros tuvieran una manera más laboriosa de ver las cosas. Para él, lo que él decía era simple y claro, y se asombraba de que otros no lo percibieran así. Se comprende fácilmente que, a menudo, el hermano Roger se encontrara desarmado o se sintiera vulnerable. No obstante, su inocencia, en general, no tenía nada de ingenuo. Para él, lo real no tiene la misma opacidad que para el resto. Él veía a través.
Taizé ha tenido numerosas visitas ilustres a lo largo de su existencia, además de los miles de jóvenes y peregrinos en general: cardenales, pastores, obispos, mandatarios, papas. Ha sido visitado por el Papa Juan XXIII, quien aludía a Taizé como esa pequeña primavera, por Teresa de Calcuta, por Karol Wojtyla. Quien fuera luego Juan Pablo II estuvo al menos tres veces en Taizé, dos veces como arzobispo de Cracovia, y una vez como Papa, en Octubre de 1986.
Durante su papado, Juan Pablo II recibía anualmente al hermano Roger. Dice el prior fundador de Taizé de estos encuentros: Juan Pablo II me recibía cada año en audiencia privada y en esas ocasiones me ponía a pensar en las pruebas de su vida: había perdido a su madre en su infancia, a su padre y a su único hermano en su juventud. Y me decía: busca una palabra para alegrar, e incluso consolar su corazón, hablándole de la esperanza que descubrimos en muchos jóvenes, asegurándole la confianza que nuestra comunidad tenía a su persona.