Entonces se adelantó un gato y dijo: Provengo de una familia famosa en la caza de ratas. Por eso opté por esa táctica. Puedo saltarme biombos de dos metros de altura. Puedo deslizarme por agujeros estrechos por los que sólo una rata sabe pasar. Desde la infancia me ejercité en toda suerte de acrobacias. Cuando estoy todavía despertando del sueño y veo una rata que corre por las vigas, en seguida la atrapo. Pero esta rata era más fuerte y he sufrido la derrota más grande de mi vida, Estoy avergonzado.
El viejo gato le dijo: Tú no te has entrenado más que en la técnica. Y no tienes en la cabeza otro pensamiento que ganar la batalla, De esta manera sólo pensabas en triunfar, Cuando los viejos enseñaban la técnica. lo hacían para mostrar uno de los caminos que llevan al triunfo. Y eran técnicas sencillas, pero que encerraban dentro de sí la verdad más excelsa. Pero los que los siguieron no se ocupan ya más que de la técnica. Se obtienen ciertamente resultados, por ejemplo, cuando prescriben que haciendo esto y esto, se obtiene esto o lo otro. Pero, qué se logra con ello? Unicamente un poco de destreza. Y al abandonar el viejo camino tradicional, poniendo en juego los mejores recursos, surge la emulación en la técnica hasta el agotamiento, y desde ese momento ya no hay progreso posible. Y así tiene que ser si no interesa más que la técnica y el saber. Cierto que el saber es una función del espíritu; pero, si no marcha por el verdadero camino y sólo atiende a la destreza, no es más que un error y sus logros son contraproducentes. Por tanto reflexiona y emprende el verdadero camino.
Entonces se acercó un hermoso gato de piel atigrada y dijo: En el arte militar todo depende, creo, del espíritu. Por eso siempre he cultivado esa cualidad. Y he llegado a tener un temple de acero. Un espíritu libre y lleno del espíritu del cielo y de la tierra. En cuanto veo al enemigo, mi espíritu invencible lo deja hechizado, y gano la batalla aun antes de empezar. Sólo entonces sigo adelante de manera instintiva, como lo exige la situación. Me oriento por el ruido de mi adversario, acoso a la rata como me place, a derecha, a izquierda, cortándole siempre la retirada. De la técnica propiamente dicha no me preocupo; la dictan las circunstancias. Una rata que corre por la viga, la clavo con mi mirada, y cae y es mía. Pero esta misteriosa rata aparecía y desaparecía sin dejar rastro. Qué es esto? No lo sé.
Me encanto esta historia me dio un poco de felicidad y mas porque adoro a los gatos
mil gracias