Shoken, al oír esto. preguntó: Qué significa eso de que ya no hay yo ni anti-yo, sujeto ni objeto?

El gato respondió: Sólo cuando – y porque – hay un yo, hay también un enemigo. Si no nos erigimos en yo, tampoco encontraremos opositor. Lo que llamamos así no es sino una forma de expresar la contrariedad. En tanto que los seres adoptan una forma, provocan la existencia de una contra-forma. Siempre que algo se consolida como un Algo, adopta automáticamente una forma propia. Si mi ser no adopta forma propia, tampoco habrá contra-forma. Y donde no hay oposición, tampoco hay opositor. Es decir, no hay yo ni anti-yo. Si nos abandonamos y nos relajamos, nos liberamos radicalmente de todas las cosas, y nos encontraremos en armonía con el mundo, identificados con todos los seres y dentro de la unidad del universo. Aunque la forma del enemigo desaparezca, me pasará desapercibido. Y no porque no lo hayamos percibido sino porque no nos detenemos en este hecho y el espíritu sigue libre de toda fijación, respondiendo en su actuar con libertad esencial y profunda.

Si el espíritu no está poseído por nada y él mismo está libre de toda posesión, el mundo mismo, tal como es, es nuestro mundo y una cosa con nosotros. Eso significa que. lo acogemos ya más allá de toda noción de bien y mal, de toda antipatía y simpatía. Ya no seremos prisioneros de nada ni apegados a nada del mundo. Todas las antinomias a que nos enfrentamos, ganancia y pérdida, bueno y malo, alegría y tristeza, tienen su origen en nosotros. En la inmensa amplitud de cielo y tierra nada hay tan digno de conocerse como nuestro propio ser. Decía un antiguo poeta: Un granito de polvo en un ojo hace que el mundo desaparezca. Si no nos apegamos a nada, el lecho más angosto nos viene grande. Es decir: si una mota de polvo nos molesta en un ojo, ya no lo podemos abrir, Porque se introduce allá, donde no existe visión clara sino cuando no hay ningún obstáculo. Esto puede servirnos de comparación para el Ser que es la luz que nos ilumina, distinta de todo lo que es algo. Pero si algo se interpone, la visión pierde toda su visión. Otro poeta decía: Si nos vemos acosados de enemigos, por centenas de millares, podrán destruir todo lo que tiene forma o figura. Pero mi ser sigue siendo mío. por poderoso que sea el enemigo. Contra él no hay enemigos. Dice Confucio: No puede robarse el ser de la persona por insignificante que sea. Pero si el espíritu cae en la confusión, nuestro ser se vuelve contra nosotros mismos,