El adiestramiento de la percepción, que constituye la otra clase importante de meditación, no intenta apartar la mente del transcurso de la experiencia para enfocarla sobre un solo objeto y crear estados diferentes. Trabaja más bien con la vivencia presente, cultivando la atención y la percepción del fluir que momento a momento va configurando nuestra vida: la vista, el sonido, el gusto, el olor, los pensamientos y sentimientos, valiéndose de todo ello como objeto de la meditación, como una manera de ver quiénes somos. En el proceso de entrenamiento de la percepción, los meditadores empiezan también a responder las cuestiones referentes a cómo surgen los estados negativos y cómo manejarlos mental y vivencialmente. Más adelante, cuando la percepción está bien desarrollada, pueden tener acceso a otros niveles de la experiencia que trascienden nuestra consciencia cotidiana normal.
También la meditación que pone en juego la devoción o la entrega puede ser incluida en esta segunda clase, porque prestar atención cuidadosamente es en sí una práctica devocional. Es una entrega a lo que de hecho está sucediendo en cada momento, sin intento alguno de alterarlo, cambiarlo o encerrarlo en un marco conceptual. En esa meditación atenta que constituye la segunda clase, se trabaja con un ámbito del vivenciar que se encuentra entre la supresión de los sentimientos, impulsos e ideas – no se trata en modo alguno de hacerlos de lado – y el otro extremo, el de actuar necesariamente sobre ellos. Se cultiva así un estado mental que nos permite estar abiertos, observar y vivenciar plenamente y en toda su amplitud la realidad mental y física, sin suprimirla ni activarla. Mediante el procedimiento de prestar atención se puede alcanzar gradualmente mayor percepción y concentración y un entendimiento nuevo.
Quisiera presentar un modelo proveniente de la psicología budista. Es el modelo llamado de los factores de iluminación y puede ser útil para comprender de qué manera funciona la meditación. Los factores de iluminación son siete cualidades de la mente cuya descripción se halla en la bibliografía tradicional (Buddhaghosa, 1976) y que son la definición de una mente sana o iluminada. Se cultivan para que estén presentes de manera tal que determinen las relaciones que uno tiene con cada momento de la experiencia.
Cultivar la atenciòn ¿no es una acciòn
del ego que pretende conseguir la ilu-
minaciòn u otras cosas? “La atenciòn to-
tal es la negaciòn de los resultados a
que da lugar la inatenciòn” señala el
filòsofo, sicòlogo y mìstico Krishnamur-
ti. Y esta negaciòn no es una acciòn del
ego, es ver lo falso como falso y negarlo.