En la práctica, más allá de la visión interior psicológica hay niveles de los que se habla con frecuencia en los libros clásicos orientales. Algunos son niveles de los diferentes estados de trance o jhana en que la absorción o la concentración son altísimas. Estos estados de concentración tienen la desventaja de que conducen principalmente a estados alterados de consciencia, pero no necesariamente a cambios de carácter a largo plazo. Un segundo conjunto de experiencias que trascienden los niveles psicodinámicos y de percepción de la personalidad constituye una progresión de visiones interiores.
Este nivel de percepción aporta cierto esclarecimiento sobre cómo está construida la mente. Uno empieza
a ver de qué manera opera en la mente el proceso de deseo y de motivación en cuanto tal, totalmente aparte del contenido de ningún deseo en particular. La intensificación de la visión interior del proceso mental nos hace ver más profundamente que todo lo que somos se encuentra en cambio constante. Es posible que se dé una clara visión de la disolución del propio ser momento a momento, cosa que frecuentemente lleva a una dimensión de terror y miedo, a una especie de muerte interior. Más adelante,
en esta percepción se origina un proceso espontáneo de abandono de las motivaciones personales, con lo cual se intensifica la percepción de una consciencia de amor o consciencia de Bodhisattva. A medida que se desintegra la solidez del sí mismo se da la visión de la verdadera conexión entre todos nosotros, de la cual surge una forma espontánea de ternura y compasión. La mayor comprensión conduce
a toda clase de estados altruistas y, finalmente, a las formas supremas de iluminación, en las cuales podemos ver nuestra existencia como un juego en el campo energético que es el mundo en su totalidad.
Con el fin de entender el amplio alcance de la experiencia meditativa, nuestra investigación debe pasar revista a las diferentes tradiciones y técnicas desde el punto de vista de que no son sino medios de llevar
a cabo cambios en el conjunto de nuestros factores mentales. Cada técnica altera la forma en que nos relacionamos con nuestras experiencias o vivencias, y, si nos fijamos, veremos que es frecuente que prácticas y tradiciones muy diferentes se orienten al cultivo interior de las mismas cualidades, como la concentración, la tranquilidad o una percepción y un equilibrio intensificados. Así pues, concretamente los siete factores de la iluminación pueden ser considerados simplemente como otro modelo o descripción de cómo la mente llega a equilibrarse para poder ver con mayor claridad la naturaleza de nuestra experiencia.
Extractado por Tatiana Reyes de
R, Walsh y F. Vaughan.- Más Allá del Ego.- Kairós
Cultivar la atenciòn ¿no es una acciòn
del ego que pretende conseguir la ilu-
minaciòn u otras cosas? “La atenciòn to-
tal es la negaciòn de los resultados a
que da lugar la inatenciòn” señala el
filòsofo, sicòlogo y mìstico Krishnamur-
ti. Y esta negaciòn no es una acciòn del
ego, es ver lo falso como falso y negarlo.