En el curso de los tiempos, la actitud del hombre hacia la búsqueda del auxilio sobrenatural y divino sufrió grandes cambios a medida que crecía su consciencia como individuo. La música, que era un medio de súplica y propiciación hacia una deidad, ha llegado a ser para él una experiencia personal cargada de emociones humanas. De esta manera ha podido comprender el poder de la música sobre su propio estado psicológico y espiritual. Ella es capaz de exaltar lo mejor de sí mismo, armonizar y purificar sus emociones y sublimar sus impulsos instintivos. Basadas en estas premisas, las curas religiosas apelan a fuerzas espirituales internas y externas para combatir el mal, la enfermedad y el sufrimiento. Muchos de los creyentes en la curación espiritual creen que la música es portadora de un mensaje divino de esperanza y de redención, vinculado a la antigua creencia de su origen divino.

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