En el transcurso de sus conferencias en Amsterdam, a fines de mayo de 1971, Krishnamurti evocó la necesidad de una percepción unificada. Este estado de percepción global es la esencia y la finalidad profunda del yoga integral.

Los desequilibrios del hombre actual son el resultado de una falta de armonía y de coordinación entre los elementos que participan en su constitución. Estos elementos son múltiples y son, a veces, el objeto de procesos opuestos.

Es evidente, por ejemplo que las exigencias de la materia se contraponen, por lo general, a aquéllas del espíritu. La psiquis en lugar de estar en paz a fin de cumplir su rol de intermediaria entre el campo espiritual y el campo físico, está, por el contrario, agitada en extremo. El ser humano está dividido por continuos conflictos provenientes de la disparidad entre lo que él querría ser y lo que él es realmente.

Intelectual o intuitivamente, muchos seres han comprendido la necesidad de adoptar un determinado comportamiento. Pero en la práctica se comportan a menudo de una manera totalmente opuesta a lo que
les dicta su conciencia profunda. Tales actitudes crean tensiones psíquicas que conducen a neurosis cada vez más numerosas.

El hombre actual está en las antípodas de una percepción unificada. El ignora la complejidad de los elementos que participan en su constitución. Recordemos que el hombre y el Universo están constituidos por elementos de naturaleza física, psíquica y espiritual.

Para los Despiertos (iluminados) estas divisiones son arbitrarias, ya que todo, desde la densa materia física hasta las últimas profundidades espirituales de la esencia pura, se sustenta pasando a través de los niveles psíquicos. Pero tales divisiones responden tanto a las necesidades de nuestra lengua dualista
como a aquéllas de las tendencias analíticas de nuestro espíritu occidental. No perdamos de vista que si
el Universo y el hombre son una perfecta unidad físico-psíquico.-espiritual, existe un sentido en esta unidad.

Es por esto que queremos insistir en el hecho de que lo espiritual ocupa un lugar prioritario en relación a lo psíquico y a lo físico. Esto no es una afirmación de principio sino el resultado de la naturaleza misma de las cosas y del orden en el cual se ha conformado la materia.