De hecho, toda la historia de la evolución puede estar considerada bajo la perspectiva de un crecimiento progresivo hacia la movilidad. En un principio movilidad física, luego movilidad psíquica y finalmente, gracias a la flexibilidad de estas últimas, la movilidad espiritual tiene la posibilidad de expresarse en perfecta libertad.

En una piedra de apariencia inerte, inmóvil, el movimiento existe igualmente en las últimas profundidades del átomo y de los constituyentes intranucleares. Pero debido a su organización rudimentaria, la piedra es incapaz de expresar en la superficie la extrema movilidad existente en la profunda intimidad de su substancia. Nada de esta inquietud interior y secreta aparece al exterior, por el contrario.

En el vegetal, sin embargo, una mayor sensibilidad y un grado infinitamente mayor de organización permiten una expresión más amplia del movimiento. Pero el vegetal queda aferrado al suelo por sus raíces.

En el reino animal se alcanza un grado más elevado del movimiento. Contrariamente al vegetal, aferrado al suelo, el animal adquiere una mayor autonomía de movimiento. El se traslada a voluntad. Con el animal y el hombre pareciera que la naturaleza ha alcanzado un máximo de movilidad física. Con la prolongación en las herramientas y en las máquinas el hombre ha dado una extensión repentina e inesperada a la expresión de la movilidad.

Pero no es en el ámbito físico donde hay que buscar el significado profundo de la movilidad ni el origen primero de todo movimiento, cualquiera que éste sea. Todos los movimientos físicos son sólo movimientos de traslación, condicionados por factores de tiempo y espacio.

Si queremos buscar el origen primero de un movimiento que ya no es un movimiento relativo de traslación sino que un movimiento de creación, debemos orientarnos hacia otros horizontes.

La evolución ya no se manifiesta, hace largo tiempo, en el plano material, a excepción del progreso alcanzado por la técnica. Ella se persigue, principalmente, en el plano psíquico. El criterio de la diferencia evolutiva entre los individuos ya no se sitúa en el plano físico. Se sitúa en el plano psicológico y se define por la madurez psicológica y espiritual. Será entonces en las profundidades del mundo psíquico y espiritual que deberemos buscar las prolongaciones de una marcha progresiva hacia la expresión de la movilidad.