Lo esencial de la Sabiduría y de las verdaderas ciencias espirituales – tales como el Ch’an (budismo chino) o las enseñanzas de Krishnamurti – puede estar definido como un enunciado de los obstáculos psicológicos que se oponen a la expresión de esta creación, de esta movilidad espiritual. El Ch’an, el Zen y las enseñanzas de Krishnamurti denuncian todos los condicionamientos psicológicos, emocionales y mentales que paralizan nuestra vida interior. Ellos nos muestran hasta qué punto nuestras operaciones mentales son mecánicas, repetitivas, habituales. Krishnamurti nos sugiere constantemente liberarnos de esta marcha estéril que va de lo conocido a lo conocido. Jamás, dice é1, estamos disponibles a lo Desconocido que está presente a cada instante . Jamás somos nuevos en el instante nuevo.
De más está decir que la liberación del carácter mecánico de nuestras operaciones mentales equivale al fin del reino estático y aletargado de nuestra vida interior. Y ese fin nos conduce inevitablemente a una vida dinámica, creadora. En una palabra, hacia una movilidad de creación liberada de las contingencias de tiempo , de espacio, de continuidad que nos eran familiares.
Todo esto está implícito en la expresión de percepción unificada. La experiencia vivida de esta percepción unificada sobrepasa todas las posibilidades del lenguaje y del pensamiento.
Podemos precisar que ella implica una salud perfectamente equilibrada del cuerpo y del sistema nervioso armonizados por la práctica de un yoga físico constante, y un régimen alimenticio conforme a las leyes profundas de la naturaleza . Esto contribuye a la formación de un cerebro perfectamente sano, sensibilizado hasta los niveles espirituales profundos del ser humano. El cerebro y el sistema nervioso son los intermediarios entre los niveles espirituales y psíquicos por una parte, y el cuerpo físico por la otra.
En el plano psíquico, las emociones y los pensamientos deben ser apaciguados, transparentes, no por un acto de disciplina sino que por la comprensión de las energías responsables de la agitación mental. El movimiento de creación de la esencia espiritual profunda no puede ser comprendido por una mente obstruida y menos aún por una mente en la cual se enfrentan tendencias contradictorias y tensiones continuas. Es indispensable, por lo tanto, que la mente sea apaciguada y armonizada.