Uno de los santos de Dostoievski, el Staretz Zózimo, quien habla como testigo típico de la tradición de las iglesias griega y rusa, hace una declaración asombrosa. Dice: Nosotros no comprendemos que la vida es el paraíso, pues basta con solamente desear entenderlo, e inmediatamente el paraíso aparecerá ante nosotros con toda su belleza. Tomada en el contexto de Los Hermanos Karamazov, sobre el fondo de violencia, de blasfemia y de muerte de lo que el libro está lleno, ésta es, en verdad, una afirmación asombrosa. Hablaba Zózimo realmente en serio? O era simplemente un idiota engañado que soñaba los locos sueños inspirados por el opio del pueblo?

A pesar de lo que pueda pensar el lector actual de esta pretensión, ese era un pensamiento fundamental del cristianismo primitivo. Los estudios modernos sobre los Padres del Desierto han demostrado sin discusión que uno de los principales móviles que impulsaban a los hombres a abrazar la vida angélica (bios angelikos) de la soledad y de la pobreza en el desierto, era precisamente la esperanza de que al hacerlo podrían retornar al paraíso.

Pero es necesario comprender exacta y convenientemente este concepto. El paraíso no es el cielo. Es un estado, de hecho un lugar, sobre la tierra. El surge más de la vida presente que de la vida futura. En un sentido, pertenece a las dos. Es el estado en el que el hombre fue originalmente creado para vivir sobre la tierra. Se puede concebir también como una especie de antesala del cielo después de la muerte, tal como, por ejemplo, al final del Purgatorio del Dante. Cristo, muriendo en la cruz, dice al buen ladrón que se encontraba a su lado: Hoy tú estarás conmigo en el Paraíso, y era claro que esto no significaba ni podía significar el cielo.

Lo que los Padres del Desierto buscaban cuando pensaban encontrar el Paraíso en el desierto era la inocencia perdida, la vacuidad y la pureza de corazón que habían sido de Adán y Eva en el jardín del Eden. Ellos no podían evidentemente esperar encontrar bellos árboles y magníficos jardines en el desierto sin agua, quemado por el sol. Lo que buscaban era el Paraíso en ellos mismos, o más bien por encima y más allá de ellos mismos. Buscaban el paraíso en el restablecimiento de la unidad que había roto el conocimiento del bien y del mal.