Esto es lo que los Padres del Desierto llamaban pureza de corazón y corresponde a una recuperación de la inocencia de Adán en el Paraíso. Son numerosas las historias donde se ve a los Padres del Desierto ejercer una autoridad extraordinaria sobre las bestias salvajes, y se consideraba originalmente como una manifestación de esta recuperación de la inocencia paradisíaca. Lo declaraba uno de los autores primitivos. Pablo el Ermitaño: Si alguien adquiere la pureza, todo le será sometido, como a Adán en el Paraíso antes de la Caída.
Admitiendo la afirmación del Staretz Zózimo que el Paraíso es accesible porque, después de todo, él está presente en nosotros, y que nos basta descubrirlo, podemos detenernos para discutir una parte de su declaración: es necesario solamente desear comprenderlo, y en el acto el Paraíso aparecerá ante nosotros en toda su belleza. Esto parece demasiado fácil. Se requiere mucho más que un simple anhelo. No importa lo que pueda lograr un deseo. Pero la clase de deseo al que Zózimo hace alusión aquí sobrepasa en mucho al ensueño y a la vaguedad de un pensamiento. Significa naturalmente una transformación y una reversión completa de toda la existencia. No se debe desear sino esta sola realización y renunciar a todo otro deseo. Se debe olvidar la búsqueda de todo otro bien. Debe consagrarse con todo su corazón y toda su alma a la recuperación de su inocencia. Y, sin embargo, como D.T. Suzuki lo ha hecho notar y como lo enseña en otros términos la doctrina cristiana de la gracia, esto no puede ser obra de nuestro propio yo. Es en vano para el yo intentar purificarse a sí mismo o hacer lugar en sí para Dios. La inocencia y la pureza de corazón que pertenecen al Paraíso son una vacuidad total del yo en la cual todo es debido a la obra de Dios; es la expresión libre que no puede ser predecida de Su amor, la obra de la gracia. En la pureza de la inocencia original toda está hecho en nosotros pero sin nosotros, in nobis et sine nobis. Pero antes de alcanzar este nivel debemos aprender a trabajar sobre el otro nivel, el del conocimiento, scientia donde la gracia obra en nosotros sin nosotros, in nobis sed non sine nobis.