He aprendido que poniendo incondicionalmente en las manos de otro mi placer o la satisfacción de mis necesidades, corro el riesgo de producirme muchas frustraciones.
Puedo establecer mi ritmo en la realización de un proyecto, definir mejor mi territorio, afirmar y desmalezar mi espacio, darme tiempo, sin tener que rendir cuenta de lo que pienso o siento, de lo que hago o no hago.
Puedo desarrollar en mí la capacidad de pasar del deseo al proyecto, de inscribir mis sueños en la realidad asociándolos a mis posibilidades. Nos quedamos demasiado a menudo pegados en un nivel de dudas, de remordimientos, de amargura, de impotencia, sin imaginar que es posible confrontar con la realidad lo que somos, sentimos o ensayamos.
Es cuando estoy comenzando uno o dos proyectos sobre mí que yo me inscribo en la vida.
Ser un buen compañero para sí es aceptar ser solicito, benevolente, aun indulgente, respecto al propio cuerpo y a ciertas necesidades vitales: nutrición, sueño, vestimenta, habitación.
Doy muestras de respeto, de atención, por ejemplo, a mis comidas? Si tengo que cenar solo, puedo darme la molestia de adornar la mesa y de colocar buena música.
Puedo cuidar mi vestimenta y mi bienestar. Puedo darme el tiempo de pasar un buen momento en mi propia compañía. Puedo también volver a introducir la risa en mi vida, el sentido del humor sobre mí mismo.
Puedo cambiar la manera como me contemplo en el espejo en las mañanas. Puedo tener gestos plenos, armoniosos. Saber gozar del placer de no tener que preocuparse de otro durante un espacio de tiempo. Salir, leer, relajarse en un baño tibio. Entrar en el bienestar de sí para después ofrecer esto a otros.
Cuántos se privan de una relación viviente con ellos mismos por estar buscando sin cesar la aprobación o el control de los otros.
El que no soporta estar solo intentará sin descanso huir de sí en citas, teléfono, salidas, fiestas… Si no se basta a sí mismo, en la noche impondrá su presencia, o su cuerpo, a una pareja. Va a jugar lo que nosotros llamamos relevo relacional>>. Traspasará su insatisfacción, su desvalorización, o su angustia a un (a) otro (a) quien la pasará o intentará pasarla a un tercero (a).
Cuando uno da con la propia esencia, que
sòlo tiene lugar en el presente activo,
entonces uno da con un vacìo y soledad.
No se trata de aceptar estos hechos sino
sencillamente de no escapar de ellos, de
serlos a pleno de instante en instante.
En ese estado de ser lo que realmente se
es hay comprensiòn de todo lo demàs que
uno es y de todo lo externo con lo que el
fluir natural del vivir lo lleva a uno a
tener que relacionarse.