Aceptando reconocer como suyas las insatisfacciones o los malestares, reconociendo sus necesidades y sus sentimientos reales, cada uno puede confirmarse en lo que es, en lo que él experimenta y buscar en sí lo que le es necesario para cambiar su estado. Le será posible también emprender una acción para afrontar o disminuir esta necesidad, este anhelo de compañía: pero tiene que ser un acto nítido, claro, un llamado que pueda ser percibido, no un llamado indirecto, compulsivo, inaudible. En caso contrario, aceptar la soledad como una parte y no como la totalidad de la vida.
Si la necesidad o el anhelo de compañía no son satisfechos en lo inmediato, habré al menos podido reconocerlo, nombrarlo, acogerlo en mí en lugar de dejarlo desarrollarse bajo una forma indeterminada de angustia, de malestar, de autocompasión.
Ser un buen compañero para sí no será vivir como un autista, en un universo cerrado, reacio a todo cambio. Será entrar en diálogo, en relación con diferentes aspectos de sí mismo para conocerse y comprenderse mejor, justamente para llegar a ser más sensible, más congruente y por lo mismo más atractivo, más viviente, para sí y para otros.
Traducido y extractado por Mónica Pérez de
Question de, N 76
Editions Retz
París
Cuando uno da con la propia esencia, que
sòlo tiene lugar en el presente activo,
entonces uno da con un vacìo y soledad.
No se trata de aceptar estos hechos sino
sencillamente de no escapar de ellos, de
serlos a pleno de instante en instante.
En ese estado de ser lo que realmente se
es hay comprensiòn de todo lo demàs que
uno es y de todo lo externo con lo que el
fluir natural del vivir lo lleva a uno a
tener que relacionarse.