LVII
¡Vacía la copa!
¡Embriágate!
¡Bebe el divino néctar de Su nombre!

Kabir dice:
Óyeme, querido Sadhu:
desde la coronilla a la planta de los pies,
el hombre está envenenado por la inteligencia.

LVIII
Si no conoces a tu propio Señor,
¿de qué te enorgulleces?
Renuncia a toda elocuencia;
jamás te unirán a Él las simples palabras.
No te dejes engañar por el testimonio de las Escrituras.
El amor difiere mucho de la letra,
y el que con toda sinceridad lo busca, lo encuentra.

LIX
La dulzura de vagar
sobre el océano de la vida inmortal,
me ha liberado de todo vano parloteo.
Como el árbol está en el grano,
todos los males están en la charlatanería.

LX
Cuando al fin hayas encontrado
el océano de la felicidad,
no te vayas sediento.
Vuelve en ti y no seas loco;
la muerte te acecha.
Aquí tienes, ante ti, el agua pura.
Bébela hasta saciarte.
No persigas el espejismo;
ten sed de néctar.
Dhruva, Prahlad y Shukadeva bebieron de él.
Raidas lo probó.
Los santos se embriagan de amor, tienen sed de amor.

Kabir dice:
Escucha, hermano mío:
la guarida del miedo se ha desplomado.
Ni por un instante miraste al mundo frente a frente.
Con la falsedad tejes tu esclavitud;
tus palabras están llenas de engaños.
Con el fardo de deseos que llevas en la cabeza,
¿cómo podrías andar ligero?

Kabir repite:
Guarda en ti la verdad,
el espíritu de sacrificio y el amor.

LXI
¿Quién le ha enseñado a la viuda
a dejar consumir su cuerpo
sobre la hoguera de su esposo difunto?
¿Y quién le ha enseñado al amor
a encontrar su felicidad en el sacrificio?

LXII
¿Por qué, corazón mío, eres tan impaciente?
Aquel que vela por las aves,
por las bestezuelas y los insectos,
Aquel que cuidaba de ti
cuando todavía estabas en el seno de tu madre,
¿dejará de protegerte ahora que ya saliste de él?
¿Cómo puedes, ¡oh corazón mío!,
apartarte de la sonrisa de tu Dios,
y andar errante, tan lejos de Él?
Abandonaste a tu Bienamado para pensar en futilezas,
¿y te asombras de la banalidad de tu obra?