LXXIX
No soy ni piadoso ni ateo.
No vivo según los mandamientos ni según mi corazón.
Ni hablo ni escucho.
No soy libre ni prisionero.
No tengo afecciones ni desafecciones.
No estoy lejos de nadie, no estoy cerca de nadie.
No iré al infierno ni al cielo.
Me afano por todo aunque estoy ausente de todo afán.
Pocos me comprenden;
que Aquel que me entiende halle la paz.
Kabir no trata jamás de crear ni de destruir.
LXXX
El verdadero Nombre no se parece a ningún otro.
Distinguir entre lo condicionado y lo incondicionado
no es más que cuestión de palabras.
Lo incondicionado es el grano,
lo condicionado es la flor y el fruto.
El saber es la rama, el Nombre la raíz.
Busca la raíz. Serás feliz cuando la encuentres.
La raíz te llevará a la rama, a la hoja, a la flor y al fruto.
Será tu encuentro con el Señor,
será la realización de tu gozo;
será la reconciliación
de lo condicionado y lo incondicionado.
LXXXI
En el principio
Él estaba solo y se bastaba a sí mismo.
No había entonces ni comienzo, ni medio, ni fin.
No había ojos, ni noche, ni día.
No había tierra, ni aire, ni cielo, ni fuego, ni agua,
ni ríos como el Ganges y el Jumna,
ni mares, ni océanos, ni olas.
No había vicios ni virtudes,
ni libros sagrados como los Vedas, los Puranas o el Corán.
Kabir reflexiona y dice:
Todo era entonces silencio y paz.
El Ser Supremo
permanecía inmerso en el seno profundo de sí mismo.
El Dueño no come, no bebe, ni vive, ni muere.
No tiene forma, ni color, ni vestido.
No pertenece a un clan, ni a una casta, ni a nada…
¿Cómo podría yo describir su gloria?
No tiene forma y, sin embargo, no está sin formas.
No tiene nombre.
Carece de color y no es incoloro.
No tiene morada.
LXXXII
Kabir medita y dice:
Él, que no tiene casta ni país, ni forma, ni cualidad,
llena el espacio.
El Creador ha puesto en el Ser el juego de la dicha,
y de la palabra “Om” nació la creación.
La tierra es su gozo, su gozo es el cielo.
Su gozo es el esplendor del sol y de la luna.
Su gozo es el comienzo, el medio y el fin.
Su gozo es visión, sombra y luz.
Los océanos y las olas son su gozo.
Su gozo, las Saraswati, el Jumna y el Ganges.
El Dueño es uno:
vida y muerte, unión y separación,
son los juegos de su gozo.
Sus juegos son el sol, el agua y el universo entero.
Sus juegos, la tierra y el cielo.
En el juego se desarrolla la creación;
en el juego se establece.