Descubrimiento de Nag Hammadi.
En diciembre de 1945, un campesino árabe hizo por casualidad un descubrimiento arqueológico cerca del poblado de Nag Hammadi, en el Alto Egipto. Este se ha convertido en fuente imprescindible de estudio para los historiadores de las religiones. Se trataba de 13 papiros, encuadernados en cuero, que muy luego despertaron el interés de todos los especialistas del mundo, ya que serían una de las pocas fuentes directas existentes de los llamados evangelios gnósticos. Entre los 52 textos descubiertos en Nag Hammadi se encontraban, entre otros, el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, el Apocrifón (literalmente libro secreto) de Juan, el Evangelio de la Verdad, y el Evangelio de los Egipcios (identificado como el Libro sagrado del Gran Espíritu Invisible) . También se encontraron entre ellos algunos atribuídos a seguidores directos de Jesús, tales como el libro secreto de Jaime, el Apocalipsis de Pablo, la Carta de Pedro a Felipe y el Apocalipsis de Pedro.

Muy pronto se comprobó que los textos encontrados en Nag Hammadi eran traducciones en escritura copta hechas hace unos 1.500 años de textos aún más antiguos. Los originales fueron escritos en griego, el mismo idioma del Nuevo Testamento. Si bien la datación de estos textos los sitúa alrededor de los años 300 a 400 D.C., ha habido discusión sobre el año en que pudieron haber sido escritos los textos primitivos. En todo caso, no pueden ser posteriores a los años 120-150 D.C. ya que Ireneo, el obispo ortodoxo de Lyon, escribiendo hacia el año 180 D.C. dice que los herejes se jactan de poseer más evangelios de los que realmente existen, y se queja de la gran circulación que han alcanzado dichos textos.

Los textos fueron encontrados enterrados, dentro de una vasija de greda, y habían permanecido prácticamente ignorados hasta hoy como resultado de la lucha infatigable dada en su contra por los cristianos primitivos. Todos los textos encontrados en Nag Hammadi habían sido denunciados como heréticos, por los cristianos ortodoxos, en la mitad del siglo II. Casi todo lo que se sabía de ellos, antes de su descubrimiento, procedía de lo que sus oponentes habían escrito para atacarles. El mismo Ireneo escribió cinco volúmenes titulados Refutación y derrocamiento de la falsamente llamada Gnosis, describiendo algunos de los textos a que nos estamos refiriendo como especialmente llenos de blasfemias.