Según los gnósticos, aplicando criterios cualitativos, ellos representaban sólo a los pocos elegidos. El bautismo, por ejemplo, para ellos no significaba nada: mucha gente se sumerge en el agua y vuelve a salir sin haber recibido nada ( Evangelio de Felipe). En general – pensaban ellos – la comunidad simplemente imitaba. Ellos, en cambio, citando un dicho de Jesús: “Por sus frutos los conoceréis”, exigían pruebas de madurez espiritual para demostrar que se pertenecía a la iglesia verdadera.

Para los ortodoxos bastaba cumplir requisitos objetivos para ser miembro de la iglesia : confesar el credo, aceptar el ritual del bautismo, participar en el culto y obedecer al clero. A principios de la consolidación de la iglesia como institución, la unificación del movimiento era esencial y se eliminaron los criterios cualitativos para pertenecer a la iglesia. Valorar a cada candidato según su madurez espiritual, percepción o santidad personal – como pretendían los gnósticos – requería una organización mucho más compleja y además excluía a muchos. Para la iglesia era fundamental ser católica, es decir, universal, con la mayor cantidad de personas bajo su mando: Que nadie haga nada relativo a la Iglesia sin el obispo. Considérase válida la eucaristía celebrada por el obispo o por la persona que él designe… Dondequiera que el obispo ofrezca (la eucaristía), que esté allí presente la congregación, del mismo modo que la Iglesia Católica está dondequiera que está Jesucristo… No es legítimo ni bautizar ni celebrar ágape (banquete de culto) sin el obispo… Unirse al obispo es unirse a la Iglesia; separarse del obispo es separarse no sólo de la Iglesia, sino del propio Dios. (Ignacio, obispo de Antioquía, ortodoxo; Carta a los de Esmirna,8,1-2)

Ireneo, el crítico radical del gnosticismo decía que la verdadera gnosis es la que consiste en la doctrina de los apóstoles y la antigua constitución de la Iglesia a lo largo y ancho de todo el mundo. Para él, sólo la Iglesia Católica brinda un sistema de doctrina completo, proclamando un Dios único, creador y padre de Cristo, que encarnó, sufrió, murió y resucitó corporalmente de entre los muertos. Fuera de la iglesia no hay salvación: ella es la entrada a la vida; todas las demás son ladronas y salteadoras.(Ireneo, Adversus Haereses, IV.33.8)