Los arquetipos están organizados en un patrón de totalidad, cada uno de ellos relacionado con los otros a través de leyes naturales y universales de oposición y reconciliación. En el modelo de los siete arquetipos básicos podemos apreciar los grandes arquetipos opuestos, representados como nódulos de un cristal en cuyo interior encontramos al núcleo central, el Ser.
Se puede ver la posición opuesta entre los arquetipos del viaje y la muerte-renacimiento, lo masculino y lo femenino, lo heroico y la adversidad, etc. El Ser es el centro separador, integrador y transformador que hay dentro de la psique, donde se originan los sueños, visiones y otras inspiraciones. En su centro están la luz
y la oscuridad, los opuestos primordiales del universo. El proceso de individuación se origina allí. El opus,
el viaje hacia la totalidad, el trabajo de toda una vida, es vivir continuamente a partir de este centro gracias al cual la transformación es posible, al crearse un tercer punto o tercera fuerza que unifique los opuestos. El Ser se muestra así como la conjunctio, la unión divina, la piedra filosofal, el niño simbólico, el uroboro o serpiente que devora su cola, la mariposa y muchos otros símbolos.

Podemos ver con precisión la dinámica de los arquetipos al analizar las pesadillas y sueños recurrentes,
los que frecuentemente giran en torno a la adversidad, el sexo o el viaje, Se ha establecido que el sueño recurrente refleja directamente una pauta arquetípica que está bloqueando la fluencia libre de la energía vital o líbido. Esto puede haberse originado en alguna situación traumática previa como agresión física, emocional o sexual en la infancia, o por otros motivos. Los sueños señalan estos bloqueos, y su comprensión consciente nos capacitará para librarnos de la limitación que nos imponen y poder actuar con libertad.

4.- Otra muy interesante posibilidad del trabajo con sueños es la que dice relación con fuerzas transpersonales o espirituales que se reflejan en estado de sueño. Más de alguien ha despertado sorprendido después de haber soñado con símbolos espirituales que se perciben transcendentes, como hombres sabios o maestros, templos, cruces, mandalas, altas montañas que emergen como guía de la grandeza, paraísos celestiales, etc.. Como opuestos a ellos suelen aparecer también experiencias muy dolorosas o catastróficas como explosiones atómicas, mutilación o caída a los furiosos fuegos infernales. Muchas veces los símbolos nos son totalmente desconocidos, ya que no pertenecen al bagaje de nuestra psique personal. Por otra parte, en el sueño sentimos claramente que existe algo mucho más grande que nosotros, podemos percibir nuestro lugar en el cosmos y la creación, y percibimos simultáneamente nuestra infinita pequeñez y a la vez pertenencia a esa vasta superioridad. Estas experiencias no están restringidas a los creyentes de alguna religión, pueden ser vividas por cualquier ser humano como reflejo
de una interrelación adecuada con las fuerzas cósmicas, que están por sobre las creencias, incluyéndolas.