Mientras el Niño en mí se relacione constantemente con el Padre en otra persona, las oportunidades de intimidad son pocas porque la relación es distorsionada por la interferencia de recuerdos semienterrados y de voces del pasado. Si yo he de conocer el centro del otro en el centro de mi propio ser debo deshacerme del Niño neurótico y del Padre mandón. Y una vez más esto sería fácil de hacer si estos fantasmas estuvieran únicamente en la mente consciente. Pero a menudo no es así, están alojados en áreas subliminales, así que no podemos analizar la transacción, aun cuando quisiéramos hacerlo. Una vez más se requiere la purificación del inconsciente. Unicamente cuando esto se ha producido puede una persona conocer otra persona sin jugar juegos. Solamente ahí es posible que un adulto conozca a un adulto, o, más maravilloso aún, que el Niño purificado conozca al Niño purificado. Unicamente ahí está el escenario listo para una reunión que pueda ser una experiencia verdaderamente íntima. Desapego de los estados internos propios y la purificación de todas las identificaciones son las condiciones inexorables para tal encuentro íntimo.
Ahora, la meditación vertical que va más allá de los pensamientos e imágenes, al centro interior del silencio, es el enemigo del apego consciente e inconsciente. Esto es particularmente cierto en el samadhi budista con su énfasis en el silencio, la nada, el vacío y la cesación del deseo. El Budismo declara que el apego causa ilusión, cegándonos a la verdadera naturaleza de la realidad y haciéndonos vivir en un mundo de fantasmas. Y así, en el silencio, una meditación que penetra a través de capas y capas de conocimiento, libera al hombre de la tiranía de sus identificaciones internas . Penetra a las oscuras profundidades subliminales y las limpia. Entonces, liberado de apego e identificación, yo puedo ver y relacionarme con el otro como un otro. Deja de existir mi idea del otro y puedo percibir al otro como es en sí. No existe más mi idea de mí mismo sino sólo mi yo verdadero, profundo y auténtico. Ahora estoy libre para amar y recibir amor.