
Monjes, hay dos extremos que el hombre que
ha renunciado a lo mundanal no debe seguir:
por un lado, la autoindulgencia con los objetos
del deseo sensual, lo que es inferior, vulgar e inútil.
Por otro lado, la automortificación que no es sino
dolorosa, indigna y a nada conduce.
Anguttara Nikaya