El camino espiritual no necesariamente significa pasarse una vida estudiando Filosofía o hablando acerca de enseñanzas espirituales. En orden a que el camino espiritual tenga valor real para nosotros, debemos realizar su verdad directamente. Cómo podemos aplicar los conceptos altamente abstractos del Dharma en nuestra vida? La respuesta yace en la meditación. No es que nosotros pensemos acerca de esos conceptos en la meditación, sino que, por medio de la meditación llegamos a realizaciones que nos ayudarán a integrar esas enseñanzas en nuestras vidas. Somos atraídos a estudiar estas enseñanzas para futuras aplicaciones e intuiciones. La meditación también usa estas mismas realizaciones para ayudarnos a contactar un interno estado de alerta (awareness) el que podemos usar directamente. Cuando aprendemos a palparlo, la aparente barrera entre la meditación y nuestra mente samsárica se derrumba.
La mente es mucho más que un simple órgano en el cual surgen los pensamientos. Para algunos, la mente es el medio de desarrollar la meditación. En el más amplio sentido, la naturaleza de la mente es meditación. Meditación es el proceso de trabajar con cualquiera que sea el nivel de la mente que estemos experimentando.
El más profundo nivel es directa experiencia. Inmediatamente ello da lugar a la formación de imágenes, y estos a su turno conducen a la interpretación de conceptos. Este último nivel de interpretación y conceptos es lo que usualmente consideramos el fundamento de nuestra realidad, pero en verdad esos conceptos son de segunda mano. Ellos han sido removidos lejos de la experiencia directa.
Al nivel de conceptos e ideas, nos enfocamos sobre significados, a veces aún mirando por significados detrás de significados. Pero un significado es nada en sí mismo, tiene valor sólo en relación con otros significados. Moverse de concepto en concepto, cada uno creado por el anterior, es una persecución en la que se gasta tiempo y energía. Vistos de esta manera, los significados representan samsara: el movimiento circular de una rueda que constantemente da vueltas. Nunca podremos ser libres hasta que no realicemos la postrera inutilidad de perseguir este ciclo. Cuando vemos que no tenemos que asignarle significado a ninguna cosa, cuando permitimos que las cosas sean simplemente como son, descubrimos en ellas su naturaleza intrínseca.