Nuestra mente crea la cosa por sí misma. Cada hombre tiene su propia sensación, no idéntica
a la de otro, sino que semejante. Cada centro de la vida consciente tiene su propia visión del contorno, a la cual registra e interpreta, según sus modificaciones y con una modalidad única.
La adapta a la forma de su propio intelecto. Esa situación hace que cada uno tenga sus propias
características de espacio y tiempo. Así se concibe el propio mundo experimentado.

Detrás de nuestra mente está la Mente Universal. Su estímulo es la base que está detrás de nuestra forma de pensamiento de una cosa, y es lo que la incita a vivir. Ella piensa sus ideas “dentro” de nuestra mente, es por eso que nuestra facultad creativa, es independiente sólo a medias. El pensamiento de la Mente es el primer responsable del mundo. El mundo es originariamente un producto de Ella, y sólo secundariamente un producto de nuestra mente por un proceso de reflejo. Nosotros no proyectamos el estímulo original. Ese reflejo es posible, porque cada pequeño círculo de una mente singular, está contenido en el círculo de mayor tamaño de la Mente que lo contiene todo. Cada individuo recrea en su propia consciencia la idea reflejada en ella por esa Mente.

La mente humana no es totalmente pasiva a la recepción de las ideas de la Mente Universal. La causa de las ideas de la mente humana está en parte en sí misma y en parte en la Mente. Quien provoca la existencia de nuestra imagen del mundo es Ella, la actualización es nuestra. Cada uno de nosotros, según sus propios límites, contempla el escenario universal. La Mente a través de nosotros, capta su idea del universo de una manera ilimitada.

Nuestra concientización del mundo externo se debe a ese elemento que está presente en las mentes individuales. De otra forma no podríamos responder a su estímulo, ni percibiríamos que las cosas están en el espacio y que se mueven en el tiempo. Si esto cambiara por un solo instante y si la Mente Suprema interrumpiera su actividad ideativa e imaginativa, el universo y todos sus seres conscientes desaparecerían. Ella está presente en todo momento y en todo lugar, y puede perpetuamente sustentar la existencia del universo, en las percepciones de todas las criaturas que lo habitan.