El poder.- Puede llegar a ser la razón de vivir. Ejercer dominio sobre las cosas y sobre los demás puede polarizar la totalidad de las energías humanas.
El dinero.- Puede vivirse como un Absoluto. El objetivo de la vida es acumular una fortuna, un patrimonio, asegurarse el máximo de bienestar y de comodidades.
El placer.- Bajo todas sus formas, puede ser también el fin último de la existencia.
Estas mismas realidades pueden vivirse como valores relativos supeditados al Absoluto.
La búsqueda del Absoluto:
El ser humano tiene una dimensión absoluta e infinita y el hombre busca, entre tanteos y titubeando, este Absoluto que le permita realizarse y ser plenamente él mismo.
Inevitablemente, el primer Absoluto que se tiene es el de los padres. educadores, o jefes. Luego se le relativiza, Esta es una fase dolorosa para los padres y educadores y, a veces también, para el mismo interesado.
Aparece entonces una fase más o menos larga de búsqueda, de andar a tientas. Algunos pueden desembocar en una actitud de hastío al sentir que todo es relativo. Pueden encerrarse en este relativo y trasformarlo en su Absoluto.
Otros absolutizan valores relativos y se entregan a ellos con afán. Otros, por fin, después de amargas decepciones, llegan a un Absoluto que responde a su ansia profunda.
Signo distintivo de la búsqueda del Absoluto:
Se puede saber que uno va en buena dirección en la búsqueda del Absoluto si experimenta paz creciente y cada vez más profunda, El hombre busca la paz y la plenitud, se orienta espontáneamente hacia lo que presiente que puede proporcionarle lo que busca.
El Absoluto nunca se alcanza. Se tiende hacia él. Cuanto más se vive el Absoluto profundo, más dilatado se encuentra uno; se tiene la sensación de vivir más, de sentir más paz. Pero al mismo tiempo se descubren profundidades nuevas y horizontes más vastos. La vida se presenta como una marcha hacia una plenitud de ser y de vivir.
El Absoluto es alguien:
En las religiones, este Absoluto percibido en la profundidad se llama Dios. En todas las religiones se constata que los que se han comprometido en esta relación con Dios, percibido vitalmente en la raíz de su ser, han llegado a una plenitud de vida que les ha merecido ser llamados sabios, místicos o santos. Hay también sabios que, sin nombrar a Dios, se refieren al Absoluto profundo.
Quien desee tener una inigualable des-
cripciòn de una relaciòn con lo Absoluto
escrita por el filòsofo, sicòlogo y mìs-
tico J. Krishnamurti, puede leer su Dia-
rio escrito durante seis meses a partir
de junio de 1961. El nombra lo Absoluto
como LO OTRO.