Para la Doctrina de que Todo es Mente, los sueños son la entrada a la primera región de la mente. El análisis de las regiones inconscientes, llevó a Freud a suponer que siempre tenían una connotación sexual. Según esta Doctrina, los hábitos y tendencias, no son sólo heredados de actitudes paternales, circunstancias de la infancia, etc., sino que también vienen de fuentes que provienen de existencias anteriores.

El sueño tiene un profundo significado, es mucho más que un hecho psicológico y fisiológico. Su significado profundo nos ayuda a una comprensión superior de la verdad. Una tercera parte de nuestra vida la ocupamos en el sueño. La privación de él nos conduce a la locura e incluso a la muerte. Los problemas más profundos de la mente del hombre se pueden dilucidar con un estudio profundo del dormir soñando y del estar en vigilia.

Durante el sueño todas las funciones se aquietan. Pero no mueren las energías ni movimientos del estado de vigilia. Se reparan los tejidos y el hombre empieza a relajar el control voluntario y la inteligencia crítica. A medida que se acerca el sueño los pensamientos disminuyen, la consciencia se aísla del mundo físico, todo desaparece, el hombre no ve, ni huele, ni gusta, ni oye: allí, un sueño penetra en él.

Son varios los mecanismos responsables que ponen en marcha las imágenes oníricas. Sin embargo, la facultad representativa de la consciencia soñadora es tan sensible y expansiva, que es inútil interpretar los sueños según métodos empíricos, teorías psicoanalíticas o libros estereotipados, exclusivamente.

Los sueños que pertenecen al ser instintivo del hombre, son aquellos que se vuelven burda y groseramente exagerados. Suceden cuando una experiencia física externa, es su verdadero punto de partida. Este tipo de sueño, el hombre lo comparte con animales superiores y con personas bajo el efecto de drogas.

Se deben a que en el centro sensible dentro de la capa exterior del cerebro, se produce una magnificación, que irrumpe a través de los otros centros especializados en la consciencia individual, en la forma de impresiones sensoriales de esa consciencia, es decir, de la experiencia exterior del mundo. La impresión física originaria o una perturbación física, en la mente del soñador o una persona drogada, se dramatiza y
se convierte en algo fantásticamente remoto y sin relación con su origen. Flota en la consciencia soñadora por un tiempo prolongado. Esto sucede así, porque las tendencias dramatizadoras y simbolizadoras constituyen una parte natural de la facultad imaginativa, en los estados libres del arrobamiento onírico y
de la visión mística.