Los defensores del medio ambiente están tratando de salvar a la lechuza moteada del Norte y a los bosques templados del Pacífico Nor-occidental a través del Acta de Especies en Peligro de Extinción. Proteger esos bosques podría proporcionar otros beneficios además del habitat para las especies en peligro. Estaríamos preservando los beneficios recreacionales que estos bosques nos proporcionan y la pesca del salmón que depende de sus arroyos. Proteger los bosques, que son el hogar de muchas criaturas salvajes, también proporciona a los humanos un medio para recrearse y armonizar con un mundo que es verdaderamente salvaje. A largo plazo, los bosques lluviosos templados me parecen ser considerablemente de mayor valor que la madera producida por su destrucción.
En otras publicaciones sobre el medio ambiente, donde líderes gubernamentales y empresariales alegan: “o trabajo, o medio ambiente, amigos”, un examen más cercano de la situación revela la falacia de estos argumentos simplistas.
Pero, si usamos argumentos económicos para contrarrestar aquellos de, digamos, la industria maderera no estaríamos aún valorando el mundo natural solamente por su beneficio para los humanos ? Hasta cierto grado, la proyección de valores sobre el mundo natural es inevitable. Protegemos la pesca costera de la sobre-explotación y contaminación tóxica porque las personas dependen de su valor extractivo, no necesariamente porque reconozcamos el derecho inherente de los peces para vivir en su medio ambiente.
Usar el mundo natural para el beneficio humano, es en cierto grado inevitable. Pero si no nos moderamos a través de una apreciación del valor intrínseco de todos los seres, este tipo de actitud nos conducirá a un horrendo futuro. Si el valor del mundo natural es contingente sólo desde el punto de vista de nuestro uso de él, lo protegeremos solamente mientras nos provea de recursos valiosos. Si el día de mañana aprendemos como manufacturar árboles plásticos que convengan más económicamente a nuestras necesidades que los árboles reales, nuestra visión utilitaria del mundo natural estimulará el reemplazo de bosques vivientes por bosques plásticos.
El medioambiente cultural y social que do
mina el planeta (la cultura del pensa-
miento, la imagen y la voluntad de poder), a travès del cual somos “forma-
teados” la inmensa mayorìa de los seres
humanos desde hace milenios, es la raìz de la incomprensiòn de que debemos cui-
darnos individual y colectivamente en lo
que somos externamente pero no en lo que
creemos ser internamente.
Cuando cuidamos lo que creemos ser, des-
truimos lo que somos, cerebro y planeta
incluidos. Para esto hace falta una au-
têntica revoluciòn sicolôgica y la glo-
balizaciòn del despertar de la inteli-
gencia a travès de una revoluciòn en la
educaciòn formal. Esta revoluciòn debe
cimentarse en considerar el conocimiento
de sì mismo como una “necesidad bâsica”,
ya que a partir de ahì cuidamos lo que
realmente somos y dejamos de desperdi-
ciar enormes cantidades de energìa en
cuidar lo que creemos ser.