Algo semejante sucede cuando el científico investiga una unidad determinada, definida por anticipado como una entidad separada. Mientras más agudamente la observa y describe, más se encuentra describiendo el ambiente en el que existe y aquellas otras unidades a las que parece estar ligada por relaciones indisolubles. Según decía Teilhard de Chardin:

“Considerada en su realidad física, concreta, la sustancia del universo no puede dividirse, sino que se conforma en su totalidad como realmente indivisible. Cuanto más lejos llegamos y más hondo penetramos en la materia por medio de sistemas de creciente potencia, más nos embaraza la interdependencia de sus distintas partes Es imposible trazar un corte en esta red, aislar una porción sin que ésta sufra desgarramientos y se desintegre por sus bordes…El aislamiento de las estructuras individuales o atómicas es una mera triquiñuela intelectual”.

En vez de la cohesión desarticulada de la sustancia, hallamos una cohesión articulada de modelos inseparablemente interconectados. Esto mismo ocurre al estudiar la conducta humana. Resulta imposible separar las modalidades psicológicas de las sociológicas, biológicas o ecológicas. Las especializaciones del conocimiento humano han empezado a agruparse en híbridos como Neuropsiquiatría, Sociobiología, Biofísica, Geopolítica, etc. Pasado un cierto nivel, estas especializaciones avanzan lo suficiente para darse cuenta de que resulta imposible dividir este mundo nuestro en nítidos departamentos separados por tabiques. De ahí se deriva el anhelo de un lenguaje descriptivo común a todas las ciencias que pueda explicar el modelo estructural del mundo.

Aunque las antiguas culturas orientales no alcanzaron el conocimiento físico rigurosamente exacto del Occidente moderno, captaron el fundamento de una serie de cosas que recién ahora nosotros empezamos a comprender. Resulta imposible clasificar al Hinduismo, Budismo o Taoísmo como religiones, filosofías, ciencias, mitología, o como mezclas de todas estas disciplinas, porque las divisiones en departamentos les son totalmente ajenas, aun en lo que se refiere a diferenciar materia y espíritu. Son en realidad una cultura total. En ella se procura conciliar la individualidad y las normas sociales. Trata de ayudar al individuo a ser él mismo y a lograrlo sin ofender innecesariamente a su comunidad: estar en el mundo (de las convenciones sociales) sin ser del mundo. El siguiente texto budista chino describe al sabio con palabras que nos recuerdan a la personalidad autorrealizada de Maslow: