A pesar de todo, esta profesión es, en conjunto, una fraternidad paciente y devota, abierta a nuevas ideas y experimentos. Se ha recogido una gran cantidad de información detallada de casos clínicos y aunque no se tengan bien claro las conclusiones que se derivarán de ello, existe la impresión de que la psicología y la psiquiatría debieran tener una relación más estrecha con la biología, la sociología y la antropología.
Ya hemos visto que la psicoterapia y las formas de liberación comparten dos aspiraciones:
1.- La transformación de la consciencia, del sentimiento interior de la propia existencia.
2.- La liberación del individuo de las formas que le imponen las instituciones sociales.
Para ello deberíamos recibir instrucción práctica en yoga o pasar una temporada en un monasterio zen en el Japón? Tendríamos – adicionalmente – que estudiar algunos años en escuelas de medicina, más una práctica en establecimientos psiquiátricos y en técnica psicoanálitica? No creo que tuviéramos que llegar a eso. Más bien, diría que todo conocimiento, aunque sea a nivel teórico, relacionado con otras culturas nos ayuda a entender la nuestra, proporcionándonos objetividad para evaluarla por comparación. Debido a que existen en otras culturas disciplinas que presentan elementos semejantes a las técnicas psicoterapéuticas, un conocimiento teórico de ellas mostraría al psicoterapeuta métodos y objetivos que le ofrecerían una perspectiva más amplia en su propio terreno.
El aspecto positivo de la liberación, tal como lo muestran las disciplinas orientales, reside justamente en la libertad en juego. El aspecto negativo sería el espíritu crítico con que analiza las normas de la estructura social en la parte en que ella – la sociedad – limita esa libertad y obstruye lo que llamaríamos desarrollo personal. El nirvana búdico se define como la liberación del samsara – la Rueda del Nacimiento y la Muerte – o sea, la vida vivida en círculos viciosos, como intentos de resolver un falso problema que se repite interminablemente.