En una calurosa noche del 29 de diciembre de 1879, a la una de la madrugada, en la ciudad de Tiruchuzhi, al sur de la India, en la región de Tamil, los devotos traían de vuelta al templo la imagen de Shiva engalanada de flores. Al son de sus tambores llegó al mundo Venkataraman. En él Shiva habría de manifestarse como Sri Ramana.
Creció junto a sus dos hermanos y una hermana, desarrollando una infancia normal y saludable. Gustaba de los deportes y gracias a sus prácticas de lucha, box y natación logró un cuerpo atlético y sano. A los doce años quedó huérfano de padre y se fue a vivir con su tío paterno en la ciudad de Madura. Allí continuó sus estudios en las escuelas locales, aprendiendo los primeros rudimentos del inglés.
Hasta esa fecha no demostró ningún indicio que hiciera sospechar su futura transformación en el sabio que fue, ese hombre iluminado cuya sola mirada transformaría a otros. Sólo puede hacerse notar su notable memoria que le permitía retener íntegramente lo leído o estudiado.
Otro aspecto muy llamativo en su adolescencia era su capacidad de caer en un profundo sueño nocturno,
de tal forma que nada ni nadie lograba despertarlo. Hecho que aprovechaban algunos de sus compañeros
de colegio para gastarle bromas, a veces sacándolo de su lecho y dejándolo en otros lugares. Incluso hasta lo zurraban, siendo que cuando estaba despierto, ninguno se atrevía con él por temor a su fuerza y entereza. Al día siguiente, Ramana no recordaba nada, y sólo se enteraba de lo sucedido preguntando a los demás.
En otras ocasiones pasaba la noche en una especie de duermevela. Podría decirse que estos dos estados fueron síntomas prematuros de su despertar espiritual. el dormir profundo como la habilidad aún poco precisa de ir más allá del pensamiento, y el duermevela como la capacidad de observarse a sí mismo.
Pero, en realidad, la primera señal clara de su despertar fue una premonición de Arunachala, la colina sagrada. Esto le sucedió al escuchar a un pariente decir que venía de allí. Al darse cuenta de la existencia de esta colina como un lugar real, factible de ser visitado, quedó intensamente conmovido y tuvo una visión luminosa que hizo surgir en él un gran sentimiento de esperanza. Esto lo dejó tan impresionado que podría pensarse que fue la proyección de su destino lo que le llegó en ese instante. Ocurrió en noviembre de 1895 casi a los dieciseis años.
SRI RAMANA° AMIGOS HAY QUE LEERLO ,ES DE UNA SIMPLEZA DIVINA Y AL MISMO TIEMPO DE UNPROFUNDIDAD SIN FIN MARAVILLOSO Y EMOCIONA SU VIDA Y SUS ACCIONES ROSARIO