En este descenso, podemos darnos cuenta que el cuerpo no es el Yo por el sólo hecho de observar que, mientras dormimos, el Yo se retira del cuerpo suprimiendo en él la consciencia de ser. Esta inconsciencia del cuerpo durante el sueño, nos indica que el Yo es meramente un visitante del cuerpo.

La segunda etapa de investigación es someter la naturaleza emocional al análisis. Somos deseo, cólera, esperanza, odio, etc.?, En este caso, también nos sirve el argumento del dormir profundo. En ese estado qué ocurrió con nuestras emociones? dónde se fueron?. Esto significa que nuestro Yo es diferente a nuestras emociones.

La tercera etapa es, soy Yo el intelecto?. Basta analizar lo que permanece una vez que se eliminan los pensamientos. Fácilmente nos damos cuenta que no existe una cosa como la mente aparte de los pensamientos, ya que ellos mismos son los que la constituyen. Por lo tanto, tampoco soy el intelecto.

Hasta ahora hemos utilizado en nuestra indagación a la mente como instrumento. Al actuar concentrada y dirigida, nos ha sido útil; pero no basta para llegar a la esencia sutil del Yo. Para eso necesitamos un nuevo instrumento: la intuición, que es la comprensión inmediata. Ella está a nuestro alcance dentro de nosotros
y todos podemos descubrirla. Se despierta cuando las ondas del pensamiento dejan de agitarse en la superficie del espíritu. Por eso es tan importante reducir su actividad.

Para despertar la intuición, habría que seguir un doble proceso: primero, canalizar el pensamiento dirigiéndolo hacia una idea abstracta y elevada, y segundo, controlar la respiración. Después de meses de práctica, la persona se transformará en alguien más sensible a lo sutil. Una vez despertada la intuición, es el momento para volver a indagar Quién soy?.

Deberá esperarse un tiempo meditando tranquilamente para hacer más adelante un pedido humilde y silencioso dirigido al Yo a fin de que revele su existencia. Este camino de indagación es fundamental, puesto que el Yo es la fuerza oculta de la vida, la que sostiene al hombre y le permite vivir. Es nuestro Creador y nosotros somos su creatura.