Dentro de la más profunda tradición budista, con una inmensa libertad de espíritu, y una cierta afinidad con la idea del guerrero de Castañeda, el presente libro utiliza la imagen del reino de Shambhala para representar el ideal de la iluminación secular, la universalidad de una experiencia liberadora sin ayuda de ninguna actividad religiosa.
A lo largo de los últimos años, las enseñanzas Shambhala, se han hecho famosas por su simplicidad y su eficacia. Más allá de las barreras de las sectas y de los ciclos cerrados de los dogmas, parecen inspirada en el famoso verso de Antonio Machado se hace camino al andar. Ellas ponen a nuestro alcance una existencia sana e íntegra.
Chögyam Trungpa, tibetano, maestro de meditación y autor de numerosos libros, fue fundador del Aprendizaje Shambhala, fundador y presidente del Instituto Naropa, escuela innovadora de estudios humanistas y presidente de Vajradhatu, asociación budista que abarca más de cien centros de meditación y estudio en Norte y Sud América, Europa, Asia y Africa.
Un libro que se proponga explicar el Zen es casi un desafío, puesto que cuanto más éxito tenga en dar al lector la impresión de inteligibilidad, =más se alejará del desideratum de ofrecer comprensión. Porque, como enunciara el Budismo muchos siglos antes de que la semántica y la metalingüística se perfilaran, originariamente ninguna cosa existe.
Vale decir que la experiencia Zen, la más elevada en la escala de manifestaciones espirituales promovidas por la doctrina y la práctica budista, se acerca a lo que se ha llamado el inefable umbral de la realidad, lo no verbalizable, lo no simbólico, el mundo totalmente indefinible de lo concreto como distinto de lo abstracto.
A pesar de estos obstáculos, Alan W. Watts, uno de los hombres que figuran en la corta lista de conocedores del Zen en Occidente, ha logrado una especie de vademecum del Zen, que proporciona una clara guía de sus problemas y de sus encrucijadas, sin caer en la pedestre simplificación del manual para multitudes. Hoy, en que el interés por el Zen se ha acrecentado en el Occidente, incluso como una ventana abierta a la percepción profunda del universo, y en que se avizoran importantes aplicaciones prácticas de sus simples y perfectos principios, este libro constituye una muy valiosa introducción para legos, y un ordenado replanteo elocuente de sus horizontes, para quienes hayan ingresado en sus contenidos.
Este libro es el relato de un diálogo histórico entre destacados hombres de ciencia de Occidente y uno de los principales representantes actuales del Budismo, el Dalai Lama del Tibet. Girando en torno a los tres momentos claves de la conciencia, como son el dormir, el soñar y la muerte – lo que el internacionalmente conocido neurocientista Francisco Varela llama las zonas en penumbra del ego – las conversaciones registradas aquí se realizaron con ocasión de la Cuarta Conferencia Mente y Vida, en Dharamsala, India. Con contribuciones de aclamadas voces, tales como la del filósofo Charles Taylor, de la psicoanalista Joyce Mc Dougall, la psicóloga Jayne Gackenbach, la antropóloga cultural Joan Halifax y del neurocientista Jerome Engel, la obra es tan absorbente como amena. Ya sea el tópico el soñar lúcido, las experiencias cercanas a la muerte o la estructura misma de la conciencia, los participantes en este singular intercambio nos sorprenden y deleitan con sus descubrimientos de convergencias y divergencias entre sus respectivas tradiciones.
El Zen, a pesar que su método es diferente al psicoanálisis, puede afilar el enfoque, lanzar nueva luz sobre la naturaleza de la visión y elevar el sentido de lo que es ver, de lo que es ser creador, de lo que es superar las contaminaciones afectivas y las falsas intelectualizaciones que son el resultado de la experiencia basada en la separación sujeto-objeto
En nuestros días se habla mucho de lograr un mundo mejor, a cuya promoción quisiéramos contribuir todos. Lo que importa es hallar caminos que conduzcan al hombre a la felicidad, pese a todas las tribulaciones que nos rodean. Para ello no deberíamos rehusar la ayuda que se nos ofrece de Oriente y adaptar las formas de meditación allí practicadas. No se trata de sustituir el cristianismo por otra religión, sino de aprovechar un recurso para fortalecer nuestro cristianismo.
En el Decreto sobre la actividad misional de la Iglesia se indica a los religiosos contemplativos la conveniencia de asimilar los métodos orientales de meditación en cuanto sea posible. Los resultados obtenidos en este campo en todo el ámbito cristiano son no sólo satisfactorios, sino que superan todas las esperanzas.
Los métodos orientales son de suyo sumamente antiguos. Sus comienzos vienen de mucho antes que el cristianismo hiciera su aparición. Sus formas han permanecido, en parte, invariables. La meditación zen ha permanecido esencialmente tal como se practicaba en China hace mil años, en su época dorada. Pero lo que en este libro subraya el autor no es tanto la meditación oriental en sí, como su importancia para apoyar la oración.
Muchos de los sanadores de hoy en día trabajan con los chakras – útiles centros de poder que vitalizan y controlan el cuerpo físico – Este excelente libro examina las relaciones entre los chakras, los estados de consciencia y los siguientes tipos de sanación esotérica:
* Sanación pránica, que permite estimular la vitalidad interior del cuerpo. * Sanación telepática, que actúa sobre las actitudes mentales y subconscientes. * Sanación radiativa, que conduce a serenar las emociones, reforzar la mente y situar al individuo en el camino de su evolución personal.
El autor trata también la meditación, la autohipnosis y sus riesgos, el desarrollo espiritual, la apertura psíquica, la telepatía, y nos proporciona no sólo instrucciones de cómo utilizar los chakras, sino también advertencias contra su abuso.