Ante el Vacío Existencial

Viktor E. Frankl.- Herder

Este breve volumen ofrece al lector un contenido de denso y, a la vez, resplandeciente humanismo, copiosamente documentado, con juicios críticos tan considerados que merece una lectura atenta. Los puntos de vista expuestos por el profesor Frankl en esta obra constituyen en el campo de la psicoterapia la aportación científica más importante después de Freud, Adler y Jung y, estilísticamente, son de más fácil lectura. En ciertos ambientes científicos está todavía vigente la idea de que el psicoanálisis freudiano continúa siendo la palabra definitiva en cuestiones de psicología profunda, de tal manera que se ignora la evolución de algunos discipulos de Freud y la existencia de escuelas como la de Frankl, quien, reconociendo el mérito extraordinario de Freud, se opone fundamentalmente a muchas de sus ideas. Conoce a fondo los sistemas de Freud y de Adler y pretende superarlos.

Viktor E. Frankl es catedrático de neurología y psiquiatría en la Universidad de Viena, así como profesor de Logoterapia en la Universidad Internacional de San Diego (California). Es el fundador de la Logoterapia o, como diversos autores la denominan, la tercera escuela vienesa de psicoterapia.

Autonomía y Ética

Autonomía y Ética

Ser autónomo significa gobernarse a sí mismo, determinar el propio destino, aceptar responsabilidad por las acciones y los sentimientos propios, deshacerse de patrones inaplicables e inapropiados para vivir en el aquí y el ahora.

Cada uno tiene la capacidad de obtener autonomía hasta cierto punto. Pero, a pesar que la autonomía es un derecho humano desde el nacimiento, pocos la consiguen realmente. Eric Berne decía: El hombre nace libre, pero una de las primeras cosas que aprende es a hacer lo que se le dice y pasa el resto de su vida haciéndolo. Así, pues, su primera esclavización es a manos de sus padres. Él sigue sus instrucciones por siempre jamás, reteniendo el derecho, sólo en algunos casos, de escoger sus propios métodos, y consolándose a sí mismo con una ilusión de autonomía.

Una persona bajo la ilusión de autonomía piensa que ha cambiado de guión, pero, en realidad, ha cambiado solamente la escena, los personajes, el vestuario, etc., no lo esencial del drama. Por ejemplo, una persona programada por los padres para ser evangelista puede caer en las drogas, y entonces, con religioso celo, tratará de predicar a otros para que le sigan. El escoger su propio ambiente para predicar puede darle la ilusión de que es verdaderamente libre cuando, en realidad, él solamente ha disfrazado su esclavitud a las normas de sus padres.

Una persona verdaderamente autónoma, según Berne, es la que demuestra la liberación o recuperación de tres capacidades: el conocimiento, la espontaneidad y la intimidad.

Conocimiento:

Conocimiento es saber qué está ocurriendo ahora. Una persona autónoma es consciente. Se desprende de las capas de contaminación de su ambiente y empieza a oír, ver, oler, tocar, gustar, estudiar y evaluar por sí misma. Se deshace de viejas opiniones que falsean su percepción actual, y percibe el mundo a través de su encuentro personal propio en vez de hacerlo en la forma en la que fue enseñada a hacerlo.

Sabiendo que es un ser temporal, la persona consciente aprecia la naturaleza ahora. Se percibe a sí misma como parte del universo que conoce y como parte del misterio de esos universos todavía por descubrir. Puede detenerse junto a un lago, contemplar una flor, sentir el viento en su rostro y experimentar una sensación de temor reverencial. Puede mirar a una puesta de sol y exclamar, Qué belleza !.

La Educación de la Mente

La Educación de la Mente

El individuo promedio halla muy difícil dominar lo que nunca logró comprender: el funcionamiento de su propia mente. Cuando usted se pone a pensar en lo que es el ambiente – sea bueno o malo – obtiene un resultado que no es más que una imagen refleja del pensamiento humano, el cual crea sus particulares Cielo o Infierno a través de la acción de su propia mente.

Usted podría preguntarse, con el objeto de captar las motivaciones que se extienden detrás de la conducta destructora del hombre, si los males de la civilización han sido los causantes de la incapacidad humana para salvarse a sí misma, por qué no hemos hecho algo para remediarlo durante todo este largo pasado de la Humanidad? La respuesta es que sí lo hemos hecho, pero sólo a medias.

La existencia de tantas religiones en todo el mundo y a través de los tiempos demuestra, con suficiencia, el esfuerzo humano que trata de influir sobre la conducta social en la verdadera dirección. La religión constituye una forma de disciplina social.

No obstante, el hombre necesita de algo más que de una vaga promesa de inmortalidad para obedecer los Diez Mandamientos. A pesar de su fe en la Potestad Divina el hombre continúa cometiendo crímenes contra la Humanidad. Todos los días podemos constatar este hecho.

Los psiquiatras creen haber hallado la razón de porqué la religión por sí sola ha sido impotente para contener las guerras y mucho menos curar las enfermedades mentales del individuo.

Hasta hace unos ochenta años, conocíamos muy poco acerca del aspecto negativo de la naturaleza humana. El psicoanálisis descubrió que la solución del enigma de la conducta del hombre no consiste en el estudio de lo que éste hace ni tampoco en el esfuerzo para convencerle de que sea bueno, sino en hacerle comprender el porqué de su comportamiento.

Actualmente, la mayoría de nosotros estamos convencidos de que la conducta anormal es una enfermedad de la mente y, por lo tanto, de la personalidad. Y aún más, la religión se está dirigiendo a la psiquiatría con sentido de cooperación. Pastores y sacerdotes han estudiado psicología a fin de aunar esfuerzos con los profesionales, buscando un entendimiento psicológico más profundo de los conflictos emocionales. Esto unido a la necesidad del alivio espiritual a través de los sacramentos.

Hacia una Psicología de la Salud.

Hacia una Psicología de la Salud.

Hoy día está emergiendo una nueva concepción de enfermedad y de salud humana, una psicología que encuentro tan emocionante y llena de hermosas posibilidades que cedo a la tentación de presentarla públicamente aún antes de que sea verificada y confirmada, y antes de que pueda ser llamada un conocimiento científico digno de confianza.

Las suposiciones básicas de este enfoque son:

1.-  Tenemos, cada uno de nosotros, una naturaleza interior esencialmente basada en la biología, la que es hasta cierto grado natural, intrínseca, conocida en cierto limitado sentido, invariable, o a lo menos, estable.

2.-  La naturaleza interior de cada persona es en parte única para sí misma y en parte propia de la especie humana.

3.-  Es posible estudiar esta naturaleza interior científicamente y descubrir a que se parece (no inventar – descubrir).

4.-  Esta naturaleza interior, hasta donde sabemos de ella, parece no ser intrínseca o primaria o necesariamente perversa. Las necesidades básicas (de supervivencia, de resguardo y seguridad, de pertenencia, de afecto, de respeto y auto-respeto y de realización), las emociones humanas básicas y las capacidades humanas básicas pueden ser todas ellas ya sea neutrales, pre-morales o positivamente buenas. La destructividad, el sadismo, la crueldad, la malicia, etc. parecen lejos no ser intrínsecas, sino más bien reacciones violentas en contra de la frustración de nuestras necesidades, emociones y capacidades intrínsecas. La ira en sí misma no es mala, ni lo es el temor, ni la pereza ni incluso la ignorancia. Por supuesto, eso puede (y lo hace) conducir a un mal comportamiento, pero no necesariamente. La naturaleza humana no es tan mala como se ha pensado que es. De hecho, puede decirse que las posibilidades de la naturaleza humana generalmente han sido subestimados.

5.-  Desde el momento que esta naturaleza interior es más bien buena o neutral que mala, es mejor sacarla a la superficie y alentarla que suprimirla. Si se le permite dirigir nuestras vidas creceremos saludables, productivos y felices.

6.-  Si este núcleo esencial de la persona es negado o suprimido, él se enferma a veces de maneras obvias, a veces de maneras sutiles, a veces inmediatamente, a veces tardíamente.

7.-  Esta naturaleza interna no es fuerte ni super poderosa ni infalible, como los instintos de los animales. Es débil y delicada, fácilmente subyugada por los hábitos, la presión cultural y las actitudes equivocadas hacia ella.

8.-  Aunque débil, raramente desaparece en la persona normal, quizás ni siquiera en la persona enferma. Aunque negada, persiste subyacente siempre presionando para realizarse.

9.-  De algún modo, estas conclusiones deben coordinarse con la necesidad de disciplina, privación, frustración, dolor y tragedia. Hasta donde estas experiencias revelan, nutren y hacen plena nuestra naturaleza interna, son experiencias deseables. Cada vez es más claro que ellas tienen algo que ver con un sentido de realización y fortaleza del ego, y por lo tanto, con un sentido de saludable auto-estima y auto-confianza. La persona que no ha conquistado, resistido ni vencido, continúa sintiéndose llena de dudas sobre su capacidad de hacerlo. Esto es verdadero no sólo para los peligros externos, sino también para la habilidad de controlar y postergar los propios impulsos y, en consecuencia, no sentir temor de ellos.

Observemos que si estas suposiciones se demuestran como ciertas, prometen una ética científica, un sistema de valores naturales, una Corte de Apelaciones en última instancia para la determinación de lo bueno y lo malo, de lo correcto y lo equivocado. Mientras más aprendemos acerca de las tendencias naturales del hombre, más fácil será decirle cómo ser bueno, cómo ser feliz, cómo ser productivo, cómo respetarse a sí mismo, cómo amar, cómo desarrollar sus potencialidades más elevadas. Esto ayuda a la automática solución de muchos de los problemas de la personalidad a futuro. Parece que lo que hay que hacer es encontrar lo que uno es realmente en su profundidad, como un miembro de la especie humana y como un individuo particular.

El estudio de la gente auto-realizada puede enseñarnos mucho acerca de nuestros propios errores, nuestras deficiencias, y la dirección apropiada para crecer. Toda época, excepto la nuestra, ha tenido su modelo, su ideal. Todos estos han sido abandonados por nuestra cultura: el santo, el héroe, el gentilhombre, el caballero andante, el místico. A todos ellos los hemos reemplazado por el hombre bien adaptado y sin problemas. Un muy pálido y dudoso sustituto. Quizás deberíamos pronto ser capaces de usar a un ser humano emocionalmente maduro y auto-realizado como nuestro guía y modelo, en quien todas sus potencialidades estén dirigidas hacia el completo desarrollo. Aquel cuya naturaleza interna se exprese libremente en vez de ser desviada, suprimida o negada.

El asunto importante para cada persona es reconocer vivida e intensamente, cada una para sí misma, que toda decadencia de las virtudes de la especie humana, todo crimen en contra de nuestra propia naturaleza, todo acto malévolo, cada uno sin excepción, se graba en nuestro inconsciente y nos hace despreciarnos. Karen Horney describía apropiadamente esta percepción inconsciente llamándola registros. Si hacemos algo de lo que nos avergonzamos, queda registrado para nuestro descrédito, y si hacemos algo honesto, o excelente, o bueno, se registra para nuestro crédito. Los resultados netos, ya sean a favor o en contra, hacen que nos respetemos y aceptemos o que nos despreciemos y nos sintamos abominables, inútiles o antipáticos. Los teólogos acostumbraban a usar la palabra accidie para describir el pecado de no ser capaz de hacer con la propia vida todo lo que uno sabía que podía hacer.

Este punto de vista de ninguna manera niega el usual cuadro Freudiano, sino que se añade a él y lo complementa. Para simplificar, es como si Freud nos facilitara la mitad enferma de la psicología y ahora nosotros tendríamos que agregar la parte sana. Quizás esta psicología del sano nos dé más posibilidades para controlar y enriquecer nuestras vidas y hacernos mejores personas. Quizás esto sea más provechoso que preguntarse: cómo estar no enfermo?

Cómo podemos fomentar este libre desarrollo? Cuáles son las mejores condiciones educacionales para esto? Sexuales? Económicas? Políticas? Qué clase de mundo necesitamos para el crecimiento de tales personas? Qué clase de mundo crearán esas personas? La gente enferma ha sido hecha por una cultura enferma; la gente sana será posible gracias a una cultura saludable. Pero también es verdad que los individuos enfermos hacen una cultura más enferma y que los individuos sanos hacen la suya más saludable. Mejorar la salud individual es un enfoque para hacer un mundo mejor. Para expresar esto de otra manera, el estímulo para el crecimiento personal es una posibilidad real; la cura de los síntomas neuróticos es muy poco posible sin ayuda externa. Es relativamente fácil tratar deliberadamente de volverse un hombre más honesto; es muy difícil tratar de curar nuestras propias compulsiones u obsesiones.

El enfoque clásico a los problemas de la personalidad es considerarlos como problemas indeseables. Peleas, conflictos, culpabilidad, cargos de consciencia, ansiedad, depresión, frustración, tensión, vergüenza, auto-castigo, sentimiento de inferioridad o inutilidad, todos ellos causan dolores psíquicos. Alteran la eficiencia del desempeño y son incontrolables. Por esto son mirados automáticamente como enfermedades indeseables y se procura curarlos lo más pronto posible.

Pero todos estos síntomas se encuentran también en la gente saludable, o en gente que está yendo hacia un estado de salud. Supongamos que usted debiera sentirse culpable y no lo hace. Supongamos que ha logrado una buena estabilización y está adaptado. Quizás la adaptación y la estabilización sean buenas, porque suprimen el dolor; pero puede ser que sean también malas porque impiden el avance hacia un ideal más alto.

Erich Fromm, en un libro muy importante, ataca la noción clásica Freudiana de un superego porque este concepto era enteramente autoritario y relativista. Es decir, tu superego o tu conciencia, según Freud, son primariamente la internalización de los deseos, exigencias e ideales del padre y de la madre, cualquiera de ellos que sea. Pero y si suponemos que ellos son criminales? Entonces qué clase de consciencia tienes? O si suponemos que tienes un padre rígido, moralizante, que odia la diversión? O un psicópata? Esta conciencia existe; Freud estaba en lo correcto. Obtenemos nuestros ideales predominantemente de tales modelos en la etapa temprana de nuestra existencia, y no de libros de escuela dominical leídos más tarde en la vida. Pero también hay otro elemento en la conciencia, o, mejor dicho, otra clase de conciencia que todos tenemos, ya sea ésta débil o fuerte. Es la conciencia intrínseca.

Ella está basada en la percepción inconsciente y preconsciente de nuestra propia naturaleza, de nuestro propio destino o nuestras propias capacidades, de nuestro propio llamado en la vida. Ella insiste en que seamos fieles a nuestra propia naturaleza interior y que no reneguemos de ella por debilidad, por conveniencia o por cualquiera otra razón.

Aquel que contradice su talento, el pintor nato que vende calcetas en lugar de hacer lo suyo, el hombre inteligente que vive una vida estúpida, el hombre que ve la verdad y mantiene su boca cerrada, el cobarde que renuncia a su hombría, toda esta gente percibe de una manera profunda que han actuado dañándose a ellos mismos y se desprecian por eso. De este auto-castigo sólo puede venir neurosis; pero, igualmente, podría venir un renovado valor, una justa indignación, un aumento del auto-respeto, ante la posibilidad de actuar luego correctamente. En una palabra, el crecimiento y el progreso pueden surgir a través del dolor y el conflicto.

En esencia, estoy deliberadamente rechazando nuestra actual y fácil distinción entre enfermedad y salud, al menos en lo que a síntomas superficiales se refiere. La enfermedad significa tener síntomas? Yo mantengo hasta ahora que la enfermedad puede consistir en no tener síntomas cuando se debiera tenerlos. La salud significa estar libre de síntomas? Yo lo niego. Cuáles de los nazis de Auschwitz o de Dachau eran saludables? Aquellos con una conciencia herida o aquellos con una conciencia bella, clara y feliz? Era posible para una persona profundamente humana no sentir allí conflicto, sufrimiento, depresión, ira, etc.?

Un ejemplo es la cambiante actitud de los psicólogos hacia la popularidad, la adaptación, e incluso, la delincuencia. Populares entre quiénes? Probablemente para un jovencito es mejor ser impopular entre sus vecinos snobs o en el club de campo local. Adaptado a qué? A una mala conducta? A un padre dominante? Qué opinaría de un bien adaptado esclavo Un bien adaptado prisionero? Incluso el niño con problemas de conducta está siendo mirado ahora con una nueva tolerancia. Por qué es delincuente? Lo más frecuente es que lo sea por alguna psicopatología; pero, ocasionalmente, es por buenas razones, y el chico está simplemente resistiéndose a la explotación, dominación, negligencia, desprecio, atropello.

Claramente, lo que sería llamado problema de personalidad depende de quién está nominándolo así. El propietario de los esclavos? El dictador? El padre patriarcal? El marido que quiere que la esposa siga siendo una niña? Parece que los problemas de personalidad algunas veces pueden ser fuertes protestas en contra de la trituración del propio esqueleto psicológico, de nuestra verdadera naturaleza interna. Lo que sería enfermedad es no protestar mientras este crimen está siendo cometido.

Lamento tener que decir que la mayoría de la gente no protesta bajo tal tratamiento. Lo aceptan y pagan años más tarde en síntomas neuróticos y psicosomáticos de variadas clases. O quizás, en algunos casos, jamás llegan a darse cuenta de que están enfermos, de que han perdido la verdadera felicidad, la verdadera realización de las expectativas, una rica vida emocional y una serena y productiva vejez, reaccionar estéticamente y encontrar la vida emocionante.

La cuestión de la aflicción y el dolor deseables, o la necesidad de ello, también debe ser enfrentada. Son posibles el crecimiento y la auto-realización sin dolor y aflicción, pena e inquietud? Si éstas son, hasta cierto punto, necesarias e inevitables, entonces hasta qué límites?

Si el dolor y la aflicción algunas veces son útiles para el crecimiento de la persona, entonces debemos aprender a no proteger a la gente de ellos en forma automática, como si siempre fueran malos. Algunas veces pueden ser buenos y deseables, en vista de las últimas buenas consecuencias. No permitir a la gente pasar a través de su dolor, y protegerla siempre de él, puede convertirse en una clase de sobre-protección que implica una cierta carencia de respeto por la integridad y la naturaleza intrínseca y el desarrollo futuro del individuo.

Abraham H. Maslow

Extractado por Farid Azael de
Abraham Maslow.- El Hombre Autorrealizado.- Kairós

Más información:
Fromm, Eric.- Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea.-
Fondo de Cultura Económica
Horney, Karen.- Neurosis y Madurez.- Psique
Maslow, Abraham.- La Personalidad Creadora.- Kairós

Este artículo fue publicado en el número 5 de la Revista ALCIONE. 

 

Las Experiencias Cumbre

Las Experiencias Cumbre

Intensas Experiencias de Identidad.

Cuando buscamos definiciones de la identidad, debemos recordar que estas definiciones y conceptos no están en algún oculto lugar, esperando pacientemente a que las encontremos. Sólo parcialmente las descubrimos y también las creamos. En parte la identidad es según como la definimos. Previamente, deberíamos aproximarnos en forma sensible y receptiva a los diversos significados que la palabra ya posee. Así encontramos que los distintos autores la usan para diferentes tipos de hechos y de funciones. Y entonces tendríamos que conocer algo de estas funciones para entender lo que el autor quiere decir cuando habla de identidad. Significa algo diferente para diversos terapeutas como sociólogos, psicólogos, psicopedagogos, etc., aun cuando para todos ellos haya también alguna similitud o coincidencia de significado.

En las experiencias-cumbre la identidad tiene diversos significados reales, sensibles y útiles. No pretendemos que ellos sean los únicos verdaderos; sólo que aquí los mostramos desde otro ángulo. Durante las experiencias-cumbre las personas son más que nada su identidad, están más cerca de su verdadero ser, son más auténticas. Gracias a eso parecería que esta experiencia es como una fuente especialmente importante de limpieza y de descontaminación psicológica. Las interpretaciones están reducidas al mínimo, y la vivencia incrementada al máximo.

Durante las experiencias-cumbre la persona se siente más integrada (unificada, total, de una sola pieza) que en otras ocasiones. También se ve más integrada en varias formas, por ejemplo, menos dividida o disociada, menos combativa contra sí misma, más en paz consigo misma, menos separada entre la vivencia de sí y la observación de sí, más concentrada, más armoniosamente organizada, más eficientemente conectada con todas sus partes funcionando suavemente las unas con las otras, más sinérgica, con menos fricción interna, etc.

Al lograr ser más simplemente él mismo, se vuelve más capaz de fusionarse con el mundo – el que anteriormente era un no-yo – como cuando los amantes intiman hasta formar una unidad en vez de ser dos personas. El monismo Yo-Tú se hace más posible, el creador llega a ser uno con su creación, la madre se siente una con su hijo, el entendido en arte se transforma en la música (y ésta en él) o en la pintura, o en la danza, el astrónomo está allá afuera con las estrellas, más que ser un ente separado escudriñando a través del abismo a otro ente separado a través del lente de un telescopio. Así, el, mayor logro de identidad, autonomía o egoidad es simultáneamente la trascendencia de sí mismo, un ir más allá y por sobre la egoidad. Entonces la persona puede volverse relativamente altruísta.

El Cambio de Vida

El Cambio de Vida

El cambio de vida, o proceso de individuación, es una posibilidad psíquica innata, pero su desarrollo representa tanto una bendición como una pesada tarea. Es una bendición porque la persona aprende a vivir más armoniosamente sobre la base de una mayor comprensión; pero es una pesada tarea porque ese enriquecimiento interno hay que ganarlo muy duramente. Según la Dra. Jacobi, la consecuencia inicial es que el individuo se libera premeditada e inevitablemente de no ser más que un rostro entre la gente-masa, inconsciente de sí misma. Esto conlleva el aislamiento, pero también la fe en el propio camino. Se convierte en un solitario, es una individualidad que, consciente de su destino interior, emprende su camino de un modo positivo.

No resulta sorprendente que la mayoría de las personas se atemorice ante las tensiones y las dificultades inevitables asociadas con este proceso y elijan, por lo tanto, la línea del menor esfuerzo limitándose a enfrentarse a sus necesidades biológicas y materiales. Muchos se dejan absorber por la búsqueda de la felicidad sin pensar que ella considerada como sensaciones placenteras tan continuas e intensas como sea posible no es la finalidad destinada al hombre al ser creado. El verdadero propósito de la vida es una tarea que continúa hasta el final: el desarrollo del ser humano del modo más completo posible. Esto produce algo de valor inestimable e imperecedero, es la paz interior, y con ella, la forma más alta de felicidad.

Quienes han prestado la atención debida a sus impulsos interiores, sienten con claridad en un momento dado que necesitan convertirse en ellos mismos. Hasta entonces se han preocupado de su profesión, su familia, la educación de sus hijos; en suma, de las necesidades de la vida cotidiana. Esta es una fase esencial del desarrollo humano, ante todo tenemos que saber actuar adecuadamente en el mundo externo. La profundización de la vida interior se produce después, en la segunda mitad de la vida. La edad en la que se inicia este anhelo de encontrarse consigo mismo es alrededor de los treinta y cinco a cuarenta años. Es la época en que las dificultades y fallas inherentes al modo de vida adoptado hasta entonces se dejan sentir, habiendo que superar barreras levantadas en años anteriores. También es la época en que problemas que han sido ignorados (consciente o inconscientemente) exigen alguna solución.