En un nivel muy profundo es posible tomar consciencia de un “algo” al que damos el nombre muy general de Absoluto y de Infinito. Estos son dos adjetivos que permiten describir un poco este algo.
Según el trasfondo psicológico y personal, según las referencias ideológicas o religiosas de cada cual, ese “algo” toma diferentes nombres. Unos le llaman Justicia; otros, Conciencia; otros, Amor, entrega de sí, abnegación; otros, Dios, un Dios cuyo rostro varía según las distintas religiones; otros, Verdad, Rectitud, Belleza, etc.
Hemos elegido estos dos adjetivos: Absoluto e Infinito para designar este “algo”, porque son términos muy generales y todos los sistemas ideológicos y religiosos pueden emplearlos. Nos permiten un lenguaje común, refiriéndonos cada uno a la misma realidad percibida en lo profundo de nosotros.
Cuando vivimos conscientemente el propio ser en profundidad, experimentamos que él tiene también una dimensión infinita y exigencias absolutas, Podemos percibirlo de dos maneras:
a) englobado en ese “algo” que ya hemos mencionado b) en forma neta, como un ” sí – mismo “.
Es Absoluto: Ese “algo” percibido a nivel profundo puede describirse como Absoluto por varias razones:
1.- Es absoluto porque es exigente. Cuando se ha entrado en comunicación con esta realidad profunda, uno siente que debería serle dócil, sin que por eso se sienta apremiado a hacerlo. Uno se siente libre de aceptarlo o no.
2.- Es absoluto porque es algo que nos sobrepasa. No somos nosotros mismos y – a la vez – somos totalmente nosotros mismos.
3.- Es absoluto porque, en ciertos momentos, uno siente que sería necesario sacrificarse por ese “algo”. Pensemos en los mártires de todas las causas: políticas, religiosas, sociales… Paradójicamente, al sacrificarse, uno se realiza. Se llega a ejecutar actos de los que uno no se hubiera creído capaz.
Es Infinito: Ese “algo” percibido a nivel profundo puede también describirse como infinito, por varias razones:
1.- Es infinito, o sea, es vasto y dilatado. Es a la vez nosotros mismos y más que nosotros mismos, Nos sentimos envueltos por algo que nos desborda, pero que no es ajeno a nosotros.
Etimológicamente, el paganismo se refiere a las creencias y a los rituales en uso en el campo entre los paisanos – la palabra viene del latín paganus, habitante de un país – y esto en oposición a las creencias y a los rituales que son respetados en las ciudades. Es decir que toda idea de paganismo encierra necesariamente una connotación de paralelo, de no oficial, y aun de contra-corriente. Pues si la moda de las ideas, como de todo lo demás, proviene de la ciudad, la pesadez conservadora reina en el medio rural. Puede ser una estupidez hablar actualmente de neopaganismo, pues siendo éste el fruto de intelectuales evolucionando en un medio urbano, estaría obligatoriamente cortado de sus orígenes. El paganismo no puede ser sino rural; es la suma de toda la memoria de los pueblos, la que se manifiesta en cuentos, recitaciones verbales, refranes y cantos, rituales y costumbres. Esta memoria se remonta muy lejos en el tiempo, a tal punto que resulta difícil fijar una fecha a la aparición de ciertos fenómenos.
Es imposible precisar entre el cristianismo vivido en un territorio por poblaciones diversas que allí se han arraigado y el paganismo anterior, ya mezclado de creencias y rituales heterogéneos. En territorio céltico, por ejemplo, es imposible decir con certeza lo que es céltico y lo que es anterior a los celtas, lo que ya estaba allí cuando ellos llegaron.
Por otra parte, es a nivel del inconsciente que este paganismo se encuentra más vivo en nuestros días. Los gestos realizados, las palabras pronunciadas cotidianamente, las maneras de ser de cada uno, no son el resultado de un razonamiento lógico elaborado sino de una amplificación considerable de elementos, perteneciendo, ya sea a la memoria colectiva, sea a la tradición individual, la que no es sino una especie de memoria ancestral, que se quiera o no, es transmitida directamente por la herencia, la educación y por el ambiente mismo.
Pero se puede igualmente considerar como paganos todos los fenómenos de rechazo del cristianismo que observamos actualmente, es decir, los comportamientos que marcan el retorno a antiguos rituales, expresión de antiguas creencias. Los rituales daban la ocasión a los fieles de exacerbar esta sensibilidad y de alcanzar un estado de mediumnidad donde la persona desencaja literalmente y deviene un loco de Dios. En este aspecto, las religiones del éxtasis, en la línea del chamanismo, están ciertamente encaminadas a regresar.
La herida de los viejos recuerdos es profunda y la coraza defensiva que la mente subconsciente ha construido en torno a ella es dura. Nuestras propias palabras no son capaces de romperla para que se abra. La mente profunda está habituada a nuestro parloteo. “Oh, eres tú charlando otra vez!”, nos dice encerrada obstinadamente dentro de su jaula interior.
Por eso tenemos que encontrar una manera de convencer a esta mente. Yo describiré en términos generales la plegaria que diría en forma más personal si estuviera con ustedes. Léanla completa en silencio, y después busquen una ocasión en la que puedan estar solos, sin ser interrumpidos. Entonces, léanla en voz alta. Al escuchar, hagan cuenta de que las palabras fluyen de mis propios labios, y no de los de ustedes. No piensen en mí como en un ser humano sino como en un canal entrenado para la sanación del alma. Sepan que, si se toman el trabajo de leerla en voz alta, de alguna misteriosa manera Dios me usará y cumplirá en ustedes la sanación que anhelan.
Debo recordarles que Cristo está con nosotros, como Él lo prometió, cuando dos o tres se juntaran en Su Nombre. Nosotros dos estamos en este momento juntos en espíritu en el gran Misterio del Reino Espiritual de Dios, aunque no estemos juntos físicamente. Cristo, por lo tanto, está con nosotros en forma tan real como el aire y como el viento que no podemos ver. Así también el aliento de su Santo Espíritu respira sobre nosotros aunque no lo veamos. Sabiendo que Él está aquí, yo hablaré con Él.
“Señor Jesús, te pido que entres en esta persona que tiene necesidad de ser sanada en las profundidades de la mente. Te pido venir, Señor, como un cuidadoso dueño de casa debería venir a una mansión que ha estado largo tiempo cerrada y abandonada. Abre todas las ventanas y deja entrar el aire fresco de tu Espíritu. Levanta todas las persianas para que la luz del sol de tu amor pueda llenar esta casa del alma.
Donde está la luz del sol no puede haber oscuridad. Por esto me regocijo de que, como la luz de tu amor ahora llena la mansión del alma, toda oscuridad se disipará. Además, en tu nombre yo hablo a esta oscuridad, gentilmente, diciéndole que ella no puede habitar aquí en esta persona a la que Tú has redimido sobre tu Cruz. Mira y ve, oh Señor, si es que quedan algunos feos cuadros sobre las murallas: cuadros de viejas, dolorosas y horripilantes heridas del pasado. Si así fuera, descuélgalos y da a esta casa de la memoria, cuadros de belleza y de alegría. Así, echando fuera toda la fealdad del pasado, haz belleza, Señor, porque está en tu naturaleza el crearla. Transforma las antiguas penas en el poder para consolar a otros que estén afligidos. Sana las viejas heridas con tu amor redentor y transfórmalas en un amor que sane las heridas de los otros.
La Fe Bahá’i – la religión más recientemente aparecida en el mundo hace 150 años – trata fervientemente de unir al mundo, llamando a reconocer lo común que compartimos todos los seres humanos: vivimos bajo un solo Dios (aun con diferentes títulos y nombres), todas las religiones enseñan lo trascendental, lo eterno, lo bueno; y hay una sola raza, la raza humana. La Fe Bahá’i destaca la necesidad esencial de eliminar prejuicios raciales, religiosos, sociales y nacionales, que son barreras a la percepción, límites artificiales al entendimiento humano. En busca de esta armonía, trabajan los bahá’is para establecer un nuevo orden mundial para toda la raza humana, persiguiendo – entre otros postulados básicos – la igualdad de derechos y oportunidades para ambos sexos, educación universal, abolición de extremos de riqueza y pobreza.
Quizás lo más trascendente sea el respeto a todas las Manifestaciones de Dios, reconociendo que cada una de ellas vino a enseñar lo necesario para una época determinada, de acuerdo con el nivel de madurez de la humanidad en tal período, propiciando así la no separatividad y acercándonos a una verdadera convivencia y solidaridad espiritual entre los pueblos.
Otro aspecto interesante es que no hay demarcación entre religión y vida diaria, así nos encontramos en presencia de una religión que no contiene ritos creados por el hombre. ni un clero profesional. La responsabilidad de la búsqueda de la verdad queda en manos de cada uno de nosotros, y es un ejercicio diario que puede asegurar la congruencia entre nuestros ideales y acciones.
Bahá ulláh, fundador de esta religión mundial, enseña que cada ser humano es como una mina de piedras preciosas que ni siquiera el dueño mismo reconoce, ni menos los demás, y que es de valor inestimable. La finalidad de la vida es desarrollar estas capacidades en beneficio propio y ponerlas en práctica al servicio de la humanidad. Nuestras capacidades necesitan ser desarrolladas y ejercitadas al compartirlas con los demás. Por ejemplo, si no ofrecemos a otros el agua de que disponemos, llegará a estar estancada y perderá sus cualidades. Pero si se comparte con los demás, se puede llenar de nuevo el vaso con más agua cristalina. De igual manera, el proceso de ejercitar una capacidad en beneficio de otros ayuda a desarrollar aún más la habilidad de que disponemos.
Pasaron cosas extrañas al comienzo del siglo XVII. Algunas son conocidas, tan conocidas que puede ser que cieguen la vista: Kepler descubre las leyes del movimiento de los planetas; Galileo ve por primera vez los satélites de Júpiter y las montañas de la Luna, funda la dinámica midiendo la caída de los cuerpos; Descartes percibe como en una visión los principios del método científico y de la física teórica. Tantos advenimientos extraordinarios en tan poco tiempo! Para encontrar una tal explosión de proezas intelectuales, habría que remontarse al tiempo de Tales de Mileto, al nacimiento de la ciencia griega.
Sin embargo, desde hace algunos años, los eruditos sumergidos en los vestigios del siglo XVII, esa época que dio a luz la racionalidad moderna, exhuman un paisaje bien diferente que el de la clara razón. Hombres todavía impregnados de magia salen de la sombra: los neoplatónicos, los hermetistas. Giordano Bruno que fue quemado sobre su hoguera romana el primer año de ese siglo por haber enseñado la prioridad de la religión egipcia y la infinita pluralidad de los mundos.
El tema de la Rosa-Cruz aparece con todas sus letras por la primera vez en dos breves panfletos anónimos publicados en Cassel en 1614 y 1615. Estos dos textos excitaron en el acto la imaginación europea.
Ellos se presentaban en efecto como el manifiesto de una sociedad de sabios trabajando desde largo tiempo en secreto conforme a los principios recibidos de un sabio hasta entonces desconocido, el Hermano C. R., o Christian Rosenkreutz, o Rosa-Cruz. La vida que se le suponía a este sabio, elaborada según el modelo de grandes sabios de la antigüedad, como Pitágoras o Tales de Mileto, incluía el inevitable viaje hacia los maestros inspirados del Oriente: Arabes de Jerusalem, de Fez, y los Africanos. Con ellos había aprendido matemáticas, física, magia. Se leía en la segunda página de la Fama (el primero de estos panfletos):
Cada año, los Arabes y los Africanos se reunen para interrogarse sobre las diferentes artes, para saber si han sido realizados mejores descubrimientos y si la experiencia ha refutado las hipótesis .
Existe un quinto Evangelio, El Evangelio según Tomás, descubierto en Nag Hammadi (Alto Egipto) en 1945, y traducido del copto por primera vez en 1959. Según la opinión de los expertos de la Escuela Bíblica de Jerusalem, este texto sorprendente es más antiguo que los Sinópticos. Así el Evangelio según Tomás nos trasmite, posiblemente, las palabras exactas pronunciadas por Jesús y al mismo tiempo cuestiona una gran parte de las bases del cristianismo. El nos revela un Maestro espiritual en todos los aspectos semejante a los del Asia tradicional; desborda las fuentes del esoterismo cristiano, y puede incluso incentivar una renovación de la espiritualidad occidental.
El manuscrito, junto con otros textos encontrados con él, se encuentra en el Museo de El Cairo. Y aunque las primeras traducciones datan de 1959, es notoria una verdadera conjuración de silencio en torno a este descubrimiento sin precedentes, que remece las bases mismas del cristianismo tal como nos ha sido transmitido. El comienzo de este Evangelio es el siguiente: He aquí las palabras secretas que Jesús el Viviente ha dicho y que ha transcrito Didyme Judas-Tomás … . Se puede suponer que Jesús, sintiéndose amenazado a la vez por los fariseos y por los romanos, ha dictado lo esencial de su mensaje al discípulo susceptible de preservarlo. Estamos en presencia de un texto que fue enterrado casi tan pronto como fue divulgado, y que ha permanecido al abrigo de toda manipulación. No se encuentra allí ninguna de esas amplificaciones propias de los Sinópticos, las cuales son el resultado de las sucesivas redacciones. Las versiones que tenemos son de tercera o cuarta mano. Pablo las ha modificado con su influencia, principalmente Marcos.
La conjuración de silencio se explica en la medida en que la Iglesia ha rechazado desde hace largo tiempo toda noción de esoterismo. Resulta cómodo, y además abusivo, amalgamar la gnose de Tomás en tanto que conocimiento iniciático con los gnosticismos aberrantes de los primeros siglos. Jesús ha dicho: Vosotros habéis ocultado las llaves del Conocimiento; no solamente no habéis entrado, sino que habéis impedido entrar a los otros. Y lo mismo: El perro en el pesebre no come ni deja comer a los bueyes. Y todavía: Yo digo mis misterios sólo a los que son dignos de ellos .