1928
Durante este invierno me percaté de un deseo creciente de ir al Prieuré y realizar un trabajo verdadero con Gurdjieff. No podía formular claramente lo que quería hacer allí; pero a medida que transcurría el tiempo, el deseo de ir se hizo tan intenso que no pude resistirme. No era un deseo por escapar de la vida y sus responsabilidades, pues en este momento la fortuna me favorecía como no lo había hecho antes. Tenía todo lo que la vida ordinaria, el mundo, me ofrecía amigos y conocidos interesantes, una casa en el campo y un piso en Nueva York, automóviles, un trabajo satisfactorio que daba dinero; especialmente, Orage y el grupo -; pero todo esto tenía poco peso en la balanza frente al hecho de ir donde Gurdjieff.
Finalmente, después de mucha lucha interna, abandonamos nuestra vida en Nueva York y partimos hacia Francia. Antes de partir le dije a Orage: confío en que no pase demasiado tiempo antes de que nos encontremos de nuevo. Él respondió: somos del tipo de personas que siempre se encontrarán. No iré al Prieuré este año. En realidad, empiezo a sentir que mi trabajo aquí está llegando a su fin; quizá otros dos o tres años más, y entonces podremos encontrarnos en Inglaterra.
Llegamos a Fontainebleau-Avon a comienzos de Junio. En el coche que tomamos en la estación mis sentimientos estaban sensibles, como siempre, a los paisajes, sonidos y olores familiares: el tren que pasaba bajo el puente, el ruido del tranvía, el aroma del pino aserrado, la llegada al portón y el sonido del timbre con el letrero: Sonnez fort, y el chapoteo de la fuente del patio. No tenía idea de lo que iba a suceder, pero sentía que era algo muy importante para mí.